La simulación en la política se refiere a las estrategias de la apariencia, a las estrategias de la seducción, es una verdad a medias que sólo trata de sustituir una realidad que regularmente no complace a la ciudadanía. Según la distorsionada y complaciente visón del gobernador de Veracruz, todos los males que aquejan al estado se debe a las malas administraciones pasadas y que gracias a la llegada del covid-19, se pudo desenmascarar la corrupción que existía en los sistemas de salud.
Desde luego que nadie en su sano juicio mete las manos al fuego por los gobiernos del Tío Fide, de Javier Duarte y hasta del propio Yunes Linares. Sin embargo, el hijo del profe Atanasio no ha reparado en el manejo de los dineros de su primo incómodo en Finanzas, ni en cómo se conduce el propio Ramos Alor. El Ejecutivo estatal se jacta del buen manejo de la pandemia, no obstante la misma capital del estado figura entre las entidades de mayor número de contagios y muertes.
Presume de su buena coordinación con el Gobierno Federal a quien le festeja su buen manejo de la mayor crisis epidemiológica en la historia de nuestro país. Tal parece que en su obsesión por quedar bien con su mentor político, alucina y simula de que Veracruz es un edén. Lo cierto es que, en unos cuantos meses, habrá elecciones donde se renovarán las 212 alcaldías y el Congreso local. A ver si los resultados no son un duro despertar para la bendición del presidente.
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