Es seguro que Cárdenas informó de esto al presidente, pero el presidente no hizo nada, como tampoco hizo nada cuando le informaron que la corrupción seguía en aduanas, la corrupción en Semarnat, la corrupción en el IMSS, la corrupción en otras tantas dependencias. Ahora bien, no se esperaba que el presidente López Obrador hablara mal de Jaime Cárdenas, quien le diera una lección de congruencia.
López Obrador reconoció que Jaime Cárdenas tuvo falta de ganas y miedo para combatir la corrupción en el Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado: «Era lo que tenía que hacer Jaime, pero no le entró. Ayer hablábamos que para ser servidor en un proceso de transformación se necesitan ganas, convicciones y arrojo, y no rendirnos. Ayer dije que el que se aflige se afloja, ni modo que enfrentemos un problema y nos de depresión, nos inmovilicemos y no hagamos nada». Si López Obrador pudo hablar mal de Jaime Cárdenas, puede hablar mal de cualquier persona, claro, menos de él.