Este jueves 10 de septiembre, Rafael Junquera cumpliría 80 años; hoy habríamos comido fabada estilo español con él, Charito y los amigos

Junquera
Rafael Junquera y amigos FOTO: WEB
- en Avenida Principal, Carrusel

A mi amigo Rafael Junquera lo conocí en el año 1998, cuando iniciaba el gobierno de Miguel Alemán. La primera reunión que tuvimos fue en casa de Raúl Hernández Viveros en donde también estuvo Roberto Williams, Esther Mandujano y Jesús Miguel Montes. Junquera regresaba a Veracruz como si de un exiliado se tratara. En esa ocasión nos habló de su vocación por la política, pero ante personas con vocación por las letras también nos habló de su trabajo literario. Recuerdo de esa tarde la lectura de un poema sobre una gota de agua, sus discusiones sobre la izquierda, las anécdotas del joven de los años setentas que llegaba a Veracruz después de haber estado en la cárcel de Lecumberri. Recuerdo la fuerza de su carácter y la defensa a ultranza de su verdad, si alguien defendía su verdad era precisamente Rafael Junquera.

Durante más de diez años, cada sábado me reuní con Rafael Junquera en el desayuno de La Estancia, en la mesa redonda donde conversábamos con Roberto Williams, Fernando Morales, Miguel Ángel Cabrera Gordillo, Rafael Arias, Pepe Lima Cobos y Enrique Olivera. Fueron muchos años de enseñanza a su lado, muchos años de aprender a defender la verdad como él lo hacía, empezando por asegurarse de esa verdad. Rafael Junquera murió hace tres años. Padeció una enfermedad de los pulmones que se le prolongó, que lo tuvo mucho tiempo con cuidados.

Si él todavía estuviera con nosotros, la tarde de este jueves nos hubiéramos reunido los amigos, con Charito su esposa y con sus hijos para comer la rica fabada que el mismo preparaba. Pero Rafael Junquera se ha ido y con él se fueron esos diálogos en defensa de su verdad, esos exhortos por ir al fondo del asunto, esas lecciones que me dejó un ser que supo hacer de la congruencia una carta de presentación.

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