A varios gobernadores, a muchos legisladores y casi todos los funcionarios de medio pelo que forman parte de la “impoluta” 4T, les cuesta mucho trabajo reconocer que están ocupando ese puesto o curul debido al llamado Efecto Peje. La sociedad mexicana y los medios de comunicación saben que la victoria de López Obrador fue en gran medida por el hartazgo a los gobiernos anteriores. La desvergonzada corrupción y la desatención y descuido de las clases más desprotegidas, ocasionó que los índices de pobreza crecieran como nunca antes.
Esos factores ocasionaron un descontento social, combustible puro para que arrancara la campaña de López Obrador y lo llevara a la presidencia. No obstante, a dos años de gobiernos morenistas, los resultados no son halagüeños ni del agrado de muchos que votaron por el cambio. En Puebla, el gobernador Miguel Barbosa Huerta no da una, su estilo de gobernar no termina de convencer a la sociedad poblana. En Morelos, sus habitantes hacen consultas para quitar a Cuauhtémoc Blanco de la gubernatura, es cierto, llegó en coalición, pero es identificado con Morena.
En Veracruz, los ciudadanos repudian al gobernador Cuitláhuac García por su falta de experiencia para gobernar. Estos tres personajes ocupan los tres últimos lugares como los peores gobernadores del país. Y si añadimos el papel lacayuno de los diputados morenistas, la situación no pinta bien para la 4T. Por lo pronto, el 2021, será el termómetro que tendrá Morena para medir la aprobación del respetable electorado.
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