En lugar del derecho de réplica, Éric Cisneros opta por la amenaza; Cuitláhuac no puede poner en cintura a su subalterno

Cisneros
Éric Patrocinio Cisneros Burgos FOTO: WEB

De qué tamaños se hubiera visto Éric Cisneros si en lugar de mandar una amenaza velada, «el que se lleva se aguanta», hubiera respondido con una réplica bien escrita al periódico El Dictamen en la que mencionara que la nota editorial que le molestó está basada en puros supuestos. Es obvio que su dimensión como encargado de la política interna de Veracruz no estaría por los suelos; no se le vería como una amenaza de la libertad de expresión. Se vería como un funcionario respetuoso, pensante y tal vez inteligente.

Pero Éric Cisneros, en lugar de utilizar la palabra para argumentar, la utiliza para amenazar; tal es la impotencia del ignorante, la impotencia del cobarde. No extraña entonces que el secretario de Gobierno, por medio de Ana Volga Moreno Escalante del Centro de Análisis y Perspectiva Política, contrate mercenarios para atacar a los periodistas críticos; su cobardía es la de aquel que lanza la piedra y esconde la mano.

Pero eso no sucedería si el gobernador Cuitláhuac García, en lugar de tolerar los exabruptos de su empleado, lo pusiera en cintura. Pero no lo hace Cuitláhuac porque queda claro que el gobernador no es una autoridad legítima en Veracruz. Dejar que el nepotismo impere es lo que deslegitimó a Cuitláhuac García, y la vergüenza que le provoca eso le impide ser una autoridad ante sus subalternos.

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