La derrota de López Obrador, antes, con su discurso, cambiaba las cosas; hoy puede decir que los veracruzanos estamos benditos, pero eso no cambia nada

La derrota de López Obrador, antes, con su discurso, cambiaba las cosas; hoy puede decir que los veracruzanos estamos benditos, pero eso no cambia nada FOTO: FACEBOOK

Andrés Manuel López Obrador lo sabía y por eso ocupaba ese poder que había cultivado durante muchos años de lucha. Un día López Obrador hablaba de un compló y todos nos poníamos a buscar a los conspiradores; un día hablaba de fraude electoral y una gran mayoría nunca reconoció a Felipe Calderón como un presidente legítimo; un día tomó Reforma y desde muchas ciudades se organizaban para ir a apoyar el paro. López Obrador decía que era de noche, a pesar de ser las siete de la mañana y muchos buscaban su cobija. Pero ese poder ha terminado. El desgaste en las conferencias mañaneras lo han obligado a decir sandeces (el “detente” por ejemplo) incongruencias y hasta mentiras; de todo eso nos damos cuenta día con día.

A Veracruz López Obrador puede venir a decir que somos un estado bendito por tener a Cuitláhuac García como gobernador, pero eso no cambia nuestra realidad. Las ejecuciones del viernes santo en Minatitlán, las de Caballo Blanco en Coatzacoalcos, los feminicidios, los comandos patrocinados por el estado para silenciar a denunciantes, el vandalismo patrocinado por Palacio de Gobierno para amedrentar a la Iglesia, el asesinato de periodistas, la ejecución de pseudoperiodistas con los que se reúne el gobernador, el despojo de los campesinos y sus proyectos por cárteles como el de Avanradio, el nepotismo, la corrupción, el influyentismo.

Nada de esos va a cambiar sólo porque venga López Obrador a decir que somos un estado bendecido por tener a un estulto como gobernador.

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