Los espaldarazos de López Obrador al gobernador Cuitláhuac García son un acto desesperado, una estrategia errónea que busca sostener el régimen estatal de un funcionario estulto que en cualquier rubro que se le examine sale reprobado. Ya lo decíamos, AMLO se parece al padrino de la quinceañera que se ve obligado a decir que la niña es casta y virginal, cuando en la fiesta todos saben que tiene fama de casquivana. Los errores y fallos de Cuitláhuac García se hicieron evidentes desde los primeros meses de su gestión, pero no hubo nadie que lograra convencerlo del camino errado que estaba tomando.
Están bien identificados los miembros de su gabinete que más daño le han causado, ¿y ha rectificado? ¿Les ha llamado la atención? No, como señala el reportaje de Proceso de esta semana el gobernador de Veracruz es omiso y ausente. La verdad es que el nivel político de Cuitláhuac García es de regidor, o de asesor de regidor, o de aviador en una regiduría. El problema es que el señor sigue arrastrando en su cauda de corrupción, nepotismo y tráfico de influencias al presidente López Obrador.
Vale mencionar, por ejemplo, que en las dos últimas elecciones presidenciales Xalapa se convirtió en un baluarte electoral para Morena. Uno de los municipios que más votos le dio a AMLO en las dos elecciones presidenciales fue Xalapa. Hoy salga a la calle y pregunte a los electores si volverían a dar su voto a AMLO o a Cuitláhuac García. La mitad, o más de la mitad de los que votaron por Morena en 2018, no volverán a dar jamás un voto a ese partido; ni al presidente López Obrador.
Qué pena… Qué caso tan ridículo…