Jorge Flores Martínez /
La ciudad nace, en mi opinión, por darse la circunstancia de que ninguno de nosotros se basta a sí mismo, sino que necesita de todos. Platón
Hablar de nuestras ciudades y alejarlas del propósito de hacerlas mejores no es un tema que forzosamente se enmarque como resultado de la pandemia, más bien, se trata de una agenda postergada de forma deliberada por décadas.
Las ciudades en nuestro país tienen un rezago lamentable, presentan serias deficiencias, son sucias, peligrosas y cada día menos inclusivas. Tenemos que ser capaces de imaginar lo que debe ser la ciudad del siglo XXI.
¿Son las ciudades las que determinan nuestro comportamiento, o estas son el resultado insobornable de nosotros como sociedad? Es una pregunta que debemos debatir con seriedad en este momento.
Estamos obligados a evolucionar, hacer que nuestras ciudades sean mejores. No se trata, como dije, del resultado obligado de la pandemia, el cambio ya estaba en proceso, no éramos plenamente conscientes, lo que hace esta crisis sanitaria es revelar claramente los objetivos que debemos seguir, ciudades más limpias, solidarias y resilientes.
Ciudades donde se regrese al espacio público como el gran igualador social, donde se articulen inteligentemente las necesidades de todos. Imaginar donde no se excluya a nadie del acceso a la riqueza y la creatividad que representa el mayor invento de la sociedad humana, la ciudad.
El ser humano durante miles de años ha sido capaz de transformar su medio ambiente de forma incesante, el proceso es tal que ahora es el centro urbano el que nos define culturalmente. En el 2014 la ONU informó que ese año por primera vez en nuestra historia éramos más habitantes urbanos que rurales a nivel mundial. En el 2050 seremos tres cuartas partes los que viviremos en ciudades, la dinámica es irreversible.
Debemos ordenarlas, cambiar los paradigmas que tenemos y construir entre todos nuevas ideas de ciudad y ciudadanos. Esto es una tarea monumental, requiere de la visión de todos los que las habitamos. Hablar, argumentar, definir, proyectar y decidir las acciones que se tienen que emprender.
Si los problemas son grandes, la capacidad que tenemos de enfrentarlos es aún mayor. Definamos las prioridades y enfoquemos en primer termino en las soluciones posibles. Consideremos primero la sustentabilidad y viabilidad de la ciudad, después, poco a poco, dibujemos lo más claramente posible la ciudad que queremos. No olvidemos que el camino para lograr lo imposible es encontrar cientos de soluciones que sean posibles.
Llevemos la discusión a temas confrontados como seguridad y marginación, abordemos la salud y la educación, pero desde una visión donde todos estemos incluidos, esta es justa la característica de la ciudad del siglo XXI.
Debemos pensar en ciudades que no se desborden de sus limites, densificarlas y racionalizarlas. Optimizar recursos como estrategia primera. Planificarlas y Ordenarlas inteligentemente, privilegiar la idea de barrio y la convivencia humana. Implementar una movilidad urbana eficiente y tener claro la importancia del espacio público como parte inseparable del tejido social.
No hay forma de evadir la realidad, tenemos que enfrentar el nuevo reto, no podemos dejar pasar la oportunidad de repensar nuestras ciudades, pasar de la ciudad que excluye a la ciudad incluyente del siglo XXI.
Si dejamos pasar la oportunidad, el rezago en nuestras ciudades será insostenible.
La foto representa las 4 virtudes de Platón: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Se definen como parte indispensable del ser ciudadano. Se encuentran en Xalapa, Veracruz.