No es lo mismo andar en campaña que gobernar a 130 millones de mexicanos

Gobernar
Cuitláhuac García Jiménez y Andrés Manuel López Obrador FOTO: WEB

Muchos han olvidado que el triunfo de AMLO en 2018 se debe en gran parte como resultado de la insatisfacción social, al descrédito de instituciones y al comportamiento irresponsable de la clase política. La corrupción descarada que cometieron los gobernadores priistas y la impunidad en la que se conducían los mandatarios federales, abonaron el terreno para la llegada de Andrés Manuel López Obrador. Mención especial merecen los dos gobiernos panistas, el de Vicente Fox y el de Felipe Calderón, quienes nunca se desmarcaron del modus operandi de sus antecesores priistas. Sin embargo, no hay que olvidar que alrededor de 34 por ciento de los electores votaron por AMLO en elecciones anteriores.

El tabasqueño sabía que podía contar con un voto duro que finalmente lo llevaría a ocupar la silla presidencial. No obstante, hubo miles de ciudadanos que votaron por Morena por primera vez. Muchos ciudadanos y muchos jóvenes votaron por primera vez y lo hicieron por AMLO, lo hicieron con la esperanza de ver un cambio de fondo en un país marcado por profundas desigualdades, roto por la violencia y la inseguridad, hundido en corrupción e ineptitud gubernamental. Hoy, a más de medio año de gobierno, prevalece el desencanto y la desilusión.

Nombres como el de Ana Guevara, Yeidckol Polevnsky, Cuauhtémoc Blanco, Cuitláhuac García, entre otros, son asociados a la corrupción en ineptitud. Pero eso no es todo, el futuro para AMLO en estos momentos es incierto. La plaga del Covid-19 y los variantes precios del petróleo no le ayudan al Ejecutivo federal. Por esas circunstancias es necesario que el mandatario federal conmine a sus subalternos a dar resultados. Ya es hora de que la política pública que impulsa la 4T vaya teniendo resultados sociales más justos e incluyentes. No hay tiempo que perder.

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