Las cosas se empiezan a salir de control, la contingencia poco a poco está acorralando a los jóvenes que no cuentan con nada. La contingencia acorrala a esos jóvenes que antes ganaban un poco de dinero vendiendo chicles y dulces en las calles o haciendo malabares en los semáforos. Poco a poco la necesidad y el hambre acorrala a esos jóvenes que antes contaban con un trabajo, un pequeño trabajo, que les ayudaba para sufragar algunas de sus necesidades. En la colonia Benito Juárez en Tamaulipas capturaron a un joven de 14 años de nombre Alejandro. Los vecinos fueron quienes se percataron de que el joven ingresaba a una casa por las ventanas.
Los vecinos de esa colonia al ver que Alejandro se metía a la vivienda, dieron aviso por medio de un grupo de Whats que formaron. Los vecinos fueron a capturar al joven. Alejandro intentaba llevarse la tele cuando fue sorprendido por los vecinos. El joven se tendió a llorar en el suelo del susto que sentía. Los vecinos llamaron a las autoridades para que llegarán a detener a Alejandro.
Un policía, a la hora de detener al joven, le preguntó por qué hacía eso, robar, si estaba tan chico. La respuesta del joven hizo reflexionar a las personas que se encontraban amontonadas. La respuesta del joven no provenía de su boca ni de su mente, esa respuesta venía de su corazón, venía de su hambre y desesperación. El joven les dijo que él no era así, que sentía mucha pena por haberse metido a la casa. “Desde hace días estoy buscando un trabajo de lo que sea, pregunto y pregunto si quieren que les lave el carro o que les lave los trastes o lo que sea con tal de que me den algo, pero nadie me quiere dar nada, no me dan ni el saludo. Nunca lo quise hacer, sólo que me estaba muriendo de hambre. E intentado pedir dinero, pero siempre me dicen que en estos momentos no hay. Me siento arrepentido por lo que hice, en verdad lo siento mucho”, dijo el joven. Poco a poco la contingencia acorrala a los jóvenes. Hagamos conciencia en ayudar, el poco apoyo que se pueda dar, debemos darlo.
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