«En la tómbola del mundo, yo he tenido mucha suerte. Porque todo mi cariño, a tu número jugué. La vida es una tómbola», letra del inmortal Johnny Laboriel. Desde que nos enteramos que antes de ser presidente Andrés Manuel López Obrador pretendía seleccionar a sus candidatos a puestos de elección popular mediante una tómbola, especialmente en lo referente a los legisladores. Desde ese momento sabíamos que esa metodología resultaría en un verdadero y rotundo fracaso. Un puesto de esa importancia que viene a ser parte de uno de los tres poderes que componen a esta nación, no se pudo haber dejado al azar.
Esa terquedad de hacer las cosas dizque democráticas, hoy han devaluado al mismo poder legislativo. Hoy muchos congresos del país están llenos de personajes sin ideología partidista y sin la mínima idea de lo que significa legislar. Muchos diputados de Morena no saben que significa consensar, persuadir, razonar, proponer y hacer política de altura. Algunos le apuestan a la política de bloque, a la línea, muchos sólo son levanta dedos.
Pocos, salvo sus honrosas excepciones, hacen su trabajo con más ganas que con experiencia legislativa. Al menos ahí está el resultado del Congreso Federal, donde no han podido consensar ni negociar el presupuesto a medida del presidente. Ojalá y que se aprenda la lección, la democracia de un país es cosa seria. Su destino no es asunto de suerte gelatinera.
Comentarios