Cuando llegó el Covid-19 a los hospitales mexicanos, en la primera línea de batalla se encontraban con el personal de enfermería. En el área de aislamiento, donde el riesgo de contagio es potencial, se podía ver a máximo dos tres personas cubiertas de pies a cabeza por equipos protectores, comprados por su propio dinero. Por bocas de varias enfermeras, se comenzaron a conocer detalles de personas que llegaban con problemas de respiración y después de ser diagnosticados, eran hospitalizados. Sin embargo, a los pocos minutos, algunos comenzaban sufrir convulsiones y se presentaban paros respiratorios.
Lo peor del caso, es que se enfrentaban al enemigo sin armas para combatirlo. Muchas enfermeras tuvieron que improvisar sus trajes protectores. Desgraciadamente algunos médicos y enfermeras cayeron ante el enemigo. El coronavirus es extremadamente contagioso y en un cuadro de obesidad, hipertensión o diabetes, es un verdadero terreno virgen para acabar en pocas horas o días con la persona, no importa que ésta se encuentre en edad productiva.
Desafortunadamente muchos siguen en las calles y no ayudan mucho a estos héroes. Y es que, este personal se enfrenta a la ignorancia, falta de educación, cultura y sobre todo a la ausencia de valores solidarios de mucha gente. Ojalá y que el Gobierno Federal tome en consideración el trabajo tan noble de personas que están arriesgando la vida por un salario tan pírrico.
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