En qué momento perdimos a López Obrador, un presidente que ya no se da cuenta ni de lo que dice. Desde que iniciara su gobierno, el presidente de México inició una reyerta en contra de los medios de comunicación. Al principio se pensó que trataba de marcar una diferencia para advertir que se acabaron los privilegios para los medios que se enriquecieron a costa del erario durante mucho tiempo. Pero después la diputa siguió de manera innecesaria. Siempre que tiene oportunidad López Obrador llama conservadores a los medios que lo critican.
Pero esta vez el presidente llegó al borde de sus excesos: «No hay en México un periodismo profesional, independiente, no digo objetivo porque eso es muy relativo, pero ético, están muy lejos de eso, es parte de la decadencia que se produjo y lo mismo la radio, lo mismo en la televisión, no generalizo, pero sí (…) Lo que tenemos ahora es un periodismo muy cercano al poder, sobre todo económico, y muy distante del pueblo. Es un periodismo de élite, que no defiende al pueblo raso (…) Nos defienden creo que tres, estoy hablando de periodistas, nos defiende muchísima gente, por eso puede estar tranquilo, porque hay millones en las redes sociales que nos defienden».
Son las palabras de un presidente frustrado, que agobiado por la realidad que le toca vivir, no puede reconocer que, en parte, lo que sucede a este país, es culpa suya, de sus malas decisiones y de su necedad.
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