Luis Ortiz Ramírez /¿Quién mató al Comentador? —Fuenteovejuna, Señor.— ¿Quién es Fuenteovejuna?—Todo el pueblo, a una. “Cuando se alteran los pueblos agraviados, y resuelven, nunca sin sangre o sin venganza vuelven,” decía Lope de Vega en Fuente Ovejuna, obra teatral del Siglo de Oro español. Las acusaciones que algunos alumnos han hecho en los tenederos informativos, carecen de valor legal.
Si en realidad alguien se siente agraviado, debería de presentar su denuncia ante la Fiscalía. Hace algunos años en conocida escuela secundaria de la capital, una alumna levanto falsos cargos contra un docente, solo porque este rechazo sus pretensiones e insinuaciones de andar con ella. El maestro fue retirado de sus funciones, y sin investigación de por medio fue detenido por las autoridades.
Un maestro recién casado, de alta calidad moral era cuestionado por una acusación de una alumna despechada y rencorosa. Un día esta alumna confiesa a una de sus amigas, que no era cierto que el maestro pretendiera abusar de ella, solo que a ella nadie la despreciaba, y que por eso, se estaba desquitando. Inmediatamente la amiga les confiesa a sus padres lo que había escuchado.
Estos hacen contacto con la madre de la alumna acusadora, al principio la madre se mostró renuente a creer lo que estaba escuchando, pero sabía que su propia hija no era una pera en dulce. Cuando encara a su hija, después de varios intentos, la alumna acusadora confiesa que lo hizo porque se sintió rechazada. Sin embargo, al querer retirar la acusación, el docente todavía pasó varios meses en la cárcel, ya que este tipo de delitos se persiguen por oficio.
Cuando el maestro finalmente recupero su libertad, recupero su trabajo, pero su reputación se encontraba por los suelos, tardo mucho tiempo en recuperarse de esa pesadilla. Son riesgos a los que uno se enfrenta dentro del magisterio. Sin embargo, la otra cara de la moneda, presenta cuadros desgarradores, sobre todo en menores de edad con escasos recursos.
Como maestro, he sido testigo de cómo durante varios años el sindicato (Sección 32 SNTE), protegió a varios maestros y prefectos depredadores. Estos solo eran cambiados de escuela, o se los llevaban a las oficinas sindicales para abrir la puerta. Otros, para poder librarla, ofrecían una buena cantidad de dinero a los padres, quienes en muchas ocasiones tomaban el dinero. Recuerdo el caso de un maestro depredador de Perote, que su defensa alegó que no pudo a ver violado a la menor porque este presentaba un cuadro severo de Diabetes, y que se le dificultaba tener una erección.
También recuerdo el caso de un prefecto de una secundaria técnica, que se ufanaba ante los compañeros que cada ciclo escolar se “pepenaba” a dos alumnas. Ese prefecto fue retirado del plantel, sin embargo, gracias a la intervención del sindicato fue rescatado, y cambiado a otra escuela.
Es cierto, que los maestros que hemos tratado con adolescentes durante varios años, sabemos que en muchas ocasiones, algunos alumnos dan muestra de descuido y son carentes de aprecio y amor. Y es ahí donde el verdadero maestro que ama su vocación, debería ser un escondrijo y una roca que da sombra al sediento. Resulta infame que sujetos que aprovechándose de su autoridad atenten contra el futuro de éstos seres indefensos.
No hay ningún mérito que el secretario de educación de Veracruz, salga a decir que hay 19 docentes cesados, 2 suspendidos y que 5 están en la cárcel, ese es trabajo que debe estar haciendo la fiscalía, cuando existen elementos suficientes para dar el castigo correspondiente. Además el que venga a decir que los maestros debemos de tratar a los alumnos como si fueran nuestros hijos, es algo que muchos maestros hacen, desde hace muchos años.
Todo maestro que se dice ser maestro, sabe del compromiso que se tiene con la sociedad, los maestros trabajamos con adolescentes apáticos, frustrados, traumados, lastimados en su autoestima, y que en muchas ocasiones asisten a la escuela a regañadientes. No podemos dejar de hacer el trabajo que nos corresponde, es cierto que en ocasiones las circunstancias son injustas para el maestro, pero los años de experiencia, el amor a nuestra profesión y el compromiso que adquirimos con los padres de familia, hará que nuestros esfuerzos sean para el bien de nuestros alumnos. Ellos se lo merecen.
Pd.- Por cierto, me encontré al secretario de educación en mi escuela, lo vi más regordete y con aparente tranquilidad, no obstante, alcance a ver cierto dejo de incertidumbre en sus ojos, al frente iba la jovial Oficial Mayor, fueron a hablar maravillas de su dichoso Programa Castor, un intento de componer unas cuantas bancas o sillas desvencijadas, para justificar la numerosa cantidad que el gobierno federal manda para reparación de escuelas. Por cierto, ese dinero, ¿en dónde está?