La “rechifla que enfureció” a AMLO

AMLO
Andrés Manuel López Obrador (AMLO) FOTO: ALEXANDRE MENIGHINI
Politiquería y chantajes de la Cuatro T
Presidente compra amor con moches

Caros Jesús Rodríguez Rodríguez / DICEN QUE nadie es profeta en su tierra, y Andrés Manuel López Obrador lo acaba de comprobar en Macuspana, Tabasco, cuando queriendo presumir a sus paisanos que es el mejor Presidente que ha dado México les recordó que las cosas ya no son como antes, y que gracias al combate a la corrupción ha logrado ahorrar mucho dinero, “no tienen idea cuánto”, y que por ello todos están recibiendo apoyos; ¿verdad que están recibiendo sus becas y pensión”, preguntó, obteniendo como respuesta un grito estruendoso: ¡No!. Desconcertado, sobre todo porque eran los suyos quienes le refutaban tan acremente, volvió a cuestionar molesto: ¿Qué no están recibiendo los apoyos?”, y otra vez al unísono le respondió la multitud “¡No!, por lo que ya irritado rebotó a sus paisanos: “¡Cómo que no! La mentira es del demonio, es reaccionaria y conservadora”, como si el auditorio estuviera integrado por retrasados mentales o, peor aún, esperando que el adoctrinamiento engendrado diera como resultados “pejezombis” incapaces de refutar al mesías, al máximo guía de esa pléyade que está demostrado, o al menos eso quedó de manifiesto, que se tornarán contestatarios cuando AMLO ya no pueda dotarlos de “apoyos sociales” a costillas de los que pagamos impuestos o de restringir, incluso, los medicamentos a enfermos de cáncer, VIH Sida o sacrificar la contratación de personal para el combate a la delincuencia, con tal de asegurar el voto corporativo a base de “moches”, porque lo que está haciendo López Obrador es entregar “moches”, comprar conciencias de una sociedad que sabe cómo sacar raja al sufragio que deposita, y que este domingo se lo hicieron saber al rebatirlo en varias ocasiones, y elevar protestas en contra de un presidente municipal, amigo de Andrés Manuel que no los atiende, y de un Gobernador que al igual que el de Veracruz se burla de los conflictos más sentidos de los gobernados.

FUERON TANTOS los gritos y protestas durante su mensaje, tras el episodio anterior, que el presidente amagó (¿o chantajeó?) con dar por terminado el discurso a 10 minutos de haber iniciado, entrecruzando las manos en la parte posterior y poniendo cara de chamaco caprichoso cuando no se hace su santa voluntad, pero el pueblo siguió gritando. Irritado, en serio, les dijo tajante: “No voy a hablar, ya saben que soy terco, hasta que escuchen –e hizo una pausa y continuó-, me dio mucho gusto estar aquí con ustedes”, amagó nuevamente el mandatario Federal en una pose ridícula, para agregar nuevamente: -no voy a poder seguir hablando porque así no se puede, no quiero politiquería, no quiero pleito, ¿me van a escuchar? quiero decirles que no debe ser así, a la autoridad se le tiene que respetar”-. López Obrador tuvo que enfrentar la rechifla por las anomalías cometidas por el alcalde de Macuspana, Roberto Villalpando, y del gobernador Adán Augusto López, algunas relacionadas con programas sociales que no llegan a los que más lo necesitan. Es más, al igual que en Veracruz, el Gobernador de Tabasco no recibe a los gobernados, y eso ha engendrado un malestar que fue trasladado a López Obrador que, por primera vez, experimenta, y en su tierra, y que seguramente será el principio de una serie de acciones contestatarias contra su verdad absoluta que impide a otras voces opinar en contrario.

LUEGO, SIN perder el rostro adusto por el mal rato que le hicieron saber sus propios paisanos, cuando poco después de iniciar su discurso y escuchar otra vez los gritos increpó: “Miren, ahí están los gritos, ¿van a seguirle gritando al presidente municipal? Y la multitud respondió ¡Si!, y AMLO los chantajeó: ¡Pues yo no estoy de acuerdo! Me dio mucho gusto estar aquí, yo no puedo hablar de esta manera. Acto seguido expresó que la politiquería no permite ver avances de la Cuarta Transformación, y entre los receptores al ácido discurso estaban estudiantes que fueron los primeros que lo refutaron, petroleros, grupos de políticos, maestros y amas de casa. “A veces por la grilla y politiquería –les dijo- parece que no estuviéramos haciendo nada. ¿Es lo mismo que antes?, y nuevamente echando la culpa de todos los males al pasado trató de sacarse el bulto, recordando a sus paisanos que “antes el gobierno no estaba hecho para servir ni beneficiar al pueblo, era un comité al servicio de una ´minoría rapaz´; estaba hecho para el saqueo, para robar, así estaba estructurado el gobierno. Ahora estamos cambiando para que el gobierno esté realmente al servicio del pueblo y con el pueblo y esto, no crean que es fácil, no son tamalitos de chipilín, porque los de arriba, que eran los que sacaban provecho, están molestos porque no pagaban impuestos, pagaba impuestos el pueblo raso, el campesino, el pequeño-mediano empresario, pero los de mero arriba nada, se les condonaba y había muchas facilidades para la corrupción», y volviendo a su papel mesiánico insistió: “mi labor es de concientización, hay que predicar para que se pueda transformar a México”.

LA LECCION es indiscutible. La verdad que expresa López Obrador quiere que sea asumida como total y absoluta, y no permite que nada ni nadie vaya contra su realidad que no, necesariamente, es la de muchos, como se lo demostraron sus propios paisanos, aclarando sin embargo que el “nadie es profeta en su tierra” es una sentencia que dijo Jesucristo estando explicando la ley en la sinagoga de Nazaret, al ver que sus compatriotas, en vez de aprovecharse de la ocasión que el Señor les ofrecía, le despreciaban, que no es el caso de AMLO. San Juan, en el capítulo Cuarto Versus 44 dice que: “el mismo Jesús dio prueba de que el profeta en su tierra no tiene honra”, es decir, que no es comprendido ni ensalzado por sus paisanos. Por ello el Presidente, al sentir la poca calidez de sus coterráneos ante las promesas no cumplidas, se comprometió a que ante la carencia de agua que se tiene, garantizará el servicio con una planta potabilizadora, así como el funcionamiento nuevamente del hospital IMSS-Bienestar que él fundó cuando fue funcionario del Instituto Nacional Indigenista (INI), y ya como corolario que cambió el abucheo por el respaldo, les informó que enviará a Tabasco a Manuel Bartlett, director General de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para reducir las tarifas del servicio de electricidad. Algo así como amor comprado.

EN FIN, lo de Tabasco, dicen los que saben, será el principio de las protestas que se avecinan contra el caprichoso Presidente que entrevera chantaje con politiquería, sin menoscabo de la planeación, ya que ante la presión cede a las menores tarifas por consumo de energía para Tabasco que, seguramente, en todo México se las demandarán, pues los mexicanos, con los tabasqueños como ejemplo, ya sabrán como devolver chantaje por chantaje. Así de simple es la politiquería que AMLO dice rechazar. OPINA [email protected]

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