Reflexiones sobre el caso Fátima Cecilia, una niña de 7 años que dejan sola en la puerta de una escuela, se la llevan y la asesinan

Fátima
Caso Fátima Cecilia FOTO: WEB

Suponga usted que va a la escuela primaria por su hijo. Ya es tarde, van a dar las 07:00 pm y sabe que en estos días a las 6:30 pm ya empieza a oscurecer. En la entrada sólo está su hijo y otra niña, una de siete años. Toma usted a su hijo, vuelve a mirar a la niña de siete años, ya está oscureciendo y no hay nadie con ella; sus padres no la han recogido. ¿Qué haría usted? ¿Puede retirarse tranquilo de ahí sin preguntar a los encargados de la escuela por qué está esa niña de siete años se encuentra afuera del plantel, sola, a esa hora y esperando a sus padres? Decenas de padres pudieron ver a Fátima Cecilia, una niña de siete años esperando a que la recogieran. Pero sólo uno o dos la vieron quedarse sola a esa hora del día.

Algunos padres quizá la reconocían, quizá habían visto que en otras ocasiones sus familiares la habían dejado esperando más tiempo. Pero, ¿por qué no dieron la alerta? ¿Por qué conformarse con sólo ver a la niña sola, darle un saludo y decirle: «No tardan en llegar tus padres eh, tú tranquila»? Otra vez le pregunto, ¿qué haría usted? Podría irse tranquilo pensando que algo le podría pasar a esa niña de siete años que se queda solita mientras la tarde se pone cada vez más oscura.

Oiga, y si alguna vez a usted se le hace tarde y no puede llegar a tiempo para recoger a su hijo, ¿le gustaría que los otros padres sólo lo miraran ahí solito, en la tarde que oscurece, y que le dijeran: «No tardan en llegar tus padres eh, tú tranquilo», ¿pero que no hicieran más? Cómo hubiera usted agradecido que, al llegar tarde a recoger a su hijo, lo encontrara con otros padres, esperando por usted para que el pequeño no se quedara solo. Pero ninguno de esos padres se quedó con Fátima y por eso le sacaron los órganos, la violentaron y la devolvieron en una bolsa.

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