Veracruz sigue siendo primer lugar en feminicidios; el estado pretende soslayar el problema y enterrarlo para que nadie mire su vergüenza

Feminicidios
Feminicidios FOTO: WEB
- en Opinión

Armando Ortiz / De acuerdo con la definición de Diane Russell, feminicidio “es el asesinato codificado de niñas y mujeres por ser mujeres, cuyos cuerpos expropiados han sido torturados, violados, asesinados y arrojados en escenarios transgresivos, por hombres que hacen uso de la misoginia”. Es importante comprender el término para determinar cuál crimen se puede clasificar como feminicidio y cuál no. La intención del estado de eliminar el concepto de feminicidio de los códigos penales se puede deber a la impotencia de los estados y de la federación para contener este tipo de crímenes. Esto se hace patente en el estado de Veracruz, que hace meses ostenta el primer lugar en feminicidios, es decir, crímenes en donde se priva de la vida a una mujer por razón de género. El cambio del titular de la Fiscalía del estado de Veracruz por una encargada mujer no tuvo ningún efecto en empatía o sensibilidad. Antes bien, en la mente obtusa de fémina que se ostenta como encargada de despacho de la FGE la solución para bajar el índice de feminicidios en Veracruz es desclasificar algunas muertes de mujeres para pasarlos por homicidios comunes; es decir, lo único que pretende es tapar el sol con un dedo. El aumento de feminicidios en un estado es también reflejo de la descomposición de su gobierno. La indolencia, la apatía, la negligencia y la ineficacia de un gobierno aumentan el número de feminicidios. En Veracruz estamos en primer lugar en feminicidios no sólo porque no se quiere comprender el problema, sino porque, además, el estado pretende soslayar el problema y enterrarlo para que nadie mire su vergüenza.

No se trata de defender a Sergio Aguayo o a Loret de Mola, se trata de defender su derecho a opinar y disentir

Lo señala muy bien Sara Sefchovich en su artículo “Ya vinieron por nosotros”, donde refiere ese texto de Martin Niemöller: “Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista. Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío. Por fin vinieron por mí, pero para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada”. Ya vinieron por nosotros y no esperábamos que fuera durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, quien juró que defendería el derecho a disentir, porque él, la mayor parte de su vida política se la pasó disintiendo. Señala la escritora en su artículo: “Esto es lo que estamos viendo en México: se ataca a intelectuales críticos de las decisiones presidenciales o de la actuación del partido en el poder, a periodistas que muestran la realidad desde una perspectiva no oficial, a activistas de causas que no le gustan al poderoso y a instituciones que no obedecen ciegamente sus instrucciones o que tienen datos diferentes a los suyos. Y esto se hace desde el poder y se replica en las redes sociales y en las leyes que se promulgan en las cámaras y en la procuración de justicia, que no es sino una burda burla”. Sólo que hay un detalle. Cuando vinieron por los “comunistas” algunos sí levantamos la voz; cuando vinieron por los judíos, algunos sí levantamos la voz; cuando vinieron por los católicos, algunos sí levantamos la voz. Entonces, ¿Quién levantará la voz a favor de nosotros?

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