¿Qué es un árbol? (Dedicado a los imbéciles del ayuntamiento de Xalapa)

Qué es un árbol
Qué es un árbol FOTO: WEB
- en Carrusel, Opinión

“Si supiera que el mundo se acaba mañana,

yo, hoy todavía, plantaría un árbol”

Martin Luther King

Armando Ortiz/ Según las enciclopedias en línea, “un árbol es una planta perenne, de tallo leñoso, que se ramifica a cierta altura del suelo. (…) Los árboles son un importante componente del paisaje natural debido a que previenen la erosión y proporcionan un ecosistema protegido de las inclemencias del tiempo en su follaje y por debajo de él. También desempeñan un papel importante a la hora de producir oxígeno y reducir el dióxido de carbono en la atmósfera, así como moderar las temperaturas en el suelo”.

Por lo tanto, un árbol es uno de los más grandiosos inventos que Dios le ha brindado a la humanidad.

Un árbol es un ser viviente que nos acompaña y embellece la mirada. Nosotros podemos ser como árboles. En el primer Salmo de la Biblia se dice que los justos serán “como un árbol plantado al lado de corrientes de agua, que da su propio fruto en su estación y cuyo follaje no se marchita, y todo lo que haga tendrá éxito”.

Como un árbol es el hombre, subordinado a las inclemencias del clima, a las estaciones del año, al juicio de los estúpidos.

Un árbol es un pequeño reino al que nos gusta acudir para recibir sombra y frescor. El paisaje se hermosea si hay árboles al lado. Se llena de luz el cielo con los frutos macizos que cuelgan, con las flores que expelen su aroma.

Un árbol es un ser poderoso e indefenso a la vez. Las tormentas pasan sobre él y se mantiene erguido; los temblores sacuden sus ramas, pero su raíz lo sostiene. El tiempo se acumula en el centro de su madera y aunque en el invierno sus hojas fenecen, la primavera resucita su verdor; un árbol es un milagro cotidiano.

Un árbol es un ser poderoso e indefenso a la vez, porque basta el hacha de un imbécil para derribar tanto tiempo, tanta historia, tanto paisaje.

Un árbol es un poema que la tarde compone para no ver llorar a los desamparados; es un consuelo para los melancólicos; un refugio para los enamorados.

Un árbol es hermano del viento, amante de la lluvia, cómplice de las estrellas, adversario del sol.

Un árbol de pie es una señal de triunfo; triunfa la naturaleza, triunfa el hombre en su decencia; triunfa el día, triunfa la noche, triunfa el tiempo, pero no la indiferencia.

Pero en mi ciudad un árbol es un estorbo porque da sombra a los intereses de los codiciosos. Si se quedara de pie él árbol, capaz que los vecinos irían a sentarse bajo su sombra y no en las mesas donde ellos pueden vender cerveza para quitarles lo sobrio.

En mi ciudad un árbol es un gigante tonto que no merece estar de pie, porque no da frutos, porque no da flores, y es que ellos no entienden lo que dijo el poeta Fernán Silva Valdés: “Los árboles que no dan flores/ dan nidos;/ y un nido es una flor con pétalos de pluma;/ un nido es una flor color de pájaro/ cuyo perfume entra por los oídos./ Los árboles que no dan flores/ dan nidos”.

En mi ciudad los árboles provocan la envidia de los cretinos y el desconcierto de los estúpidos. Como burros ciegos los funcionarios tropiezan con su tronco y no piensan en hacerse a un lado ellos, que tienen poco tiempo transitando en la vida, sino que piensan derribarlo a él, que hace ya muchos lustros ganó derecho de piso.

En mi ciudad vale más un borracho que un árbol; vale más la codicia que el paisaje; vale más el aire acondicionado que la sombra; vale más una estúpida indiferencia que una comunidad de vecinos, aunque se opongan.

A las autoridades no se les ocurrió pensar como Martin Luther King, quien dijera: “Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol”.

[email protected]

 

Todos los derechos reservados. Este material no puede ser publicado, reescrito o distribuido sin autorización.

Comentarios

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *