Luis Carlos “N”, acompañado de una adolescente de 16 años, se robó a “Emilio”, un perrito bulldog que se encontraba en la banqueta descansando, muy cerca del local donde su dueño se encontraba. El dueño, al percatarse del robo buscó en las cámaras de seguridad y ubicó a los ladrones, quienes hurtaron al animalito. Un perro de la raza robada puede llegar a costar entre 35 mil y 50 mil pesos. Eso al parecer los sabían los ladrones, por lo que poco tiempo después se comunicaron con el dueño a quien le exigían la suma de 5 mil pesos por entregar al animalito o en todo caso lo sacrificarían.
El propietario de “Emilio” se puso de acuerdo con la policía para montar una trampa y así hacer caer a los ladrones, quienes acudieron por sus 5 mil pesos, pero sólo obtuvieron cárcel; al menos uno de ellos, porque la otra era menor de edad. Un juez en audiencia privada señaló que para que el acosado siguiera su proceso lo ponía en libertad.
Luis Carlos “N” deberá tener un domicilio fijo, presentarse a firmar cada dos meses y no podrá acercarse al domicilio de la víctima, en ese caso el propietario de “Emilio”. ¿Cuál fue el argumento del juez? Pues que como no había antecedentes penales por parte de Luis Carlos “N”, podía seguir su proceso en libertad.
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