Arturo Reyes Isidoro/ Era gobernador Agustín Acosta Lagunes, en la primera mitad de los años ochenta del siglo pasado, cuando en una reunión en Palacio de Gobierno con algunos de sus colaboradores, muy en corto comentó que había que poner una bomba en la Liga Agraria y desaparecerla.
Obviamente hablaba en sentido figurado. Se refería a derrumbar el histórico edificio que está frente al mercado San José en Xalapa y con ello acabar con la organización.
Todo había surgido porque venía la conmemoración de un aniversario más de la promulgación de la primera Ley Agraria del país y se le había planteado que autorizara un presupuesto para el festejo en el puerto de Veracruz, como se acostumbraba entonces: a lo grande, con mucho ruido, sin ningún límite.
Economista de altos vuelos, que leía a diario los periódicos en inglés que llegaban de Estados Unidos –se los enviaban de la Ciudad de México– y ¡Notiver!, tenía un argumento muy poderoso: decía que la Liga no servía para nada y preguntaba: a ver, ¿cuál es el país número uno en producción de alimentos en el mundo? Cuando se le respondía que Estados Unidos comentaba que allá no necesitaban de ninguna liga agraria para lograrlo.
En la ocasión a que me refiero, Ángel Leodegario “Yayo” Gutiérrez Castellanos, que era el titular de Comunicación Social, tuvo que explicarle cómo funcionaban las cosas en el sistema político mexicano. Le dijo con mucha sutileza que estaba en la gubernatura gracias al voto del campo porque el PRI manipulaba el sufragio campesino, que se trataba de un organismo con mucha historia que sintetizaba la lucha agraria en Veracruz y un largo etcétera.
Don Agustín, que venía de la Casa de Moneda de la Secretaría de Hacienda, no entendía, porque nunca había militado en la política, que la Liga de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos era el brazo político del PRI, una fábrica de votos cautivos que sustentaba al sistema político de partido casi único entonces y que se materializaba en una “presidencia imperial”, como la llamó en 1997 Enrique Krauze, avasallante, autoritaria, vertical, omnipresente y omnipotente que hacía del país lo que quería.
La Liga y su edificio lo sobrevivieron aunque ahora solo son dos sombras y el próximo lunes un grupo de nostálgicos de aquellos tiempos de esplendor político recordará la fecha con un acto que pretende revivir glorias pasadas pero que, eso creo, ya no tiene ningún sentido, porque el propósito inicial de las “Ligas” en el país fue repartir los latifundios e impulsar el ejido.
Hoy ya no hay latifundios qué repartir y el PRI tuvo más de setenta años para impulsar el ejido y transformar el campo, pero el agro y los hombres del campo siguen igual de jodidos que entonces porque el órgano se dedicó a sembrar y cosechar pero agentes municipales, regidores, síndicos, alcaldes, diputados, senadores y hasta gobernadores, dirigentes y después exdirigentes millonarios, incluso a sembrar ¡en el mar!
Cosa de recordar que en el gobierno de Luis Echeverría, siendo líder de la CNC Augusto Gómez Villanueva, anunciaron siembras y siembras de miles de hectáreas hasta que un día en el diario Excelsior, que dirigía entonces Julio Scherer, se les ocurrió hacer la cuenta de cuánta tierra habían “sembrado” ya y se percataron de que las cifras de los anuncios rebasaba la extensión territorial del país, por lo que publicaron que sembraban ya hasta en el mar.
Sus dirigentes se enriquecieron al amparo del poder y todavía hay quienes no se quieren dar cuenta de que todo cambió y que aquellos tiempos no volverán nunca.
Según han festinado algunos organizadores del acto del lunes, se concentrarán cinco mil campesinos en la Macro Plaza del malecón del puerto jarocho, aunque no se sabe qué redituará a Veracruz ello, qué le sirve al Estado que año con año venga la ahora senadora Beatriz Paredes a tomarse la foto ante la estatua a Venustiano Carranza, y antes o después irse a tomar un lechero en La Parroquia a unos pasos de ahí; para qué de provecho a Veracruz.
Por la sede de este año, la Macro Plaza, se advierte que el Gobierno del Estado, de Morena, no los apoyó con el pago del World Trade Center, pues en la víspera de la Navidad un activista de la Liga me comentó que estaban en pláticas y existía esa posibilidad, pero que si no se irían a Úrsulo Galván y si no al ejido Santa Fe o por último al auditorio de la CNC en la Ciudad de México. Si irán a la Macro Plaza es porque se las facilitó el alcalde panista del puerto, Fernando Yunes Márquez.
Pero mientras los priistas volverán a su viejo ritual, otro expriista con más visión que ellos les dará el domingo una lección de cómo hacer las cosas bien para conquistar o reconquistar el voto campesino: Andrés Manuel López Obrador.
AMLO estará pasado mañana en Huayacocotla para llevarles un beneficio concreto y de trascendencia a los huastecos veracruzanos supervisando el avance de una de las ocho universidades Benito Juárez que construirá su gobierno en las zonas serranas del campo en Veracruz, en el caso del domingo para aquellos paisanos del norte olvidados de siempre de los gobiernos tricolores y de su Liga Agraria.
Así, pues, mientras los priistas de la Liga Agraria volverán con sus gastados discursos de siempre el lunes, los morenos hablarán pero con hechos concretos un día antes, unos en el puerto, lecheros, tirados y canillas de por medio, los otros en una zona marginada del centro del Estado si acaso con un zacahuil pero con verdaderos hombres del campo y el presidente dialogando con ellos. ¿Para quién creen ustedes que serán los votos de esa sierra el próximo año?
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