Este concepto, trasladado a la política se conoce como el “Síndrome del Bola 8” y sus características serían, sentirse el más inteligente, a pesar de sus desatinos; el más guapo a pesar de su figura; el más intelectual a pesar de su escasa preparación; el más carismático a pesar de su carácter; el mejor escritor, a pesar de sus plagios; el de más autoridad, a pesar de que todos hablen a sus espaldas; el que mejor viste a pesar de su facha; el más lúcido, a pesar de su oscura persona; el más viable para gobernar, a pesar del evidente desprecio de los veracruzanos.
Por supuesto, y no les vamos a mentir, el modelo que seguimos para articular esta definición es la del secretario de Gobierno de Veracruz, Éric Patrocinio Cisneros Burgos, quien cree que la tierra que pisa no lo merece. Por supuesto, los que padecen el “Síndrome del Bola 8 intentan proyectar una imagen que no poseen; intentan proyectar una ilusión que compense su falta de autoestima. El problema es que en ese afán de mostrar lo que no es, se está llevando entre las patas un proyecto político que poco a poco va feneciendo: La Cuarta Transformación en Veracruz.