Ser gobernados por la ira

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Andrés Manuel López Obrador (AMLO) FOTO: ALEXANDRE MENIGHINI
- en Opinión

Jorge Flores Martínez / 

La mayoría de los mexicanos no sabemos que es ser gobernados por un presidente enojado, no tenemos idea que es ser gobernados por la ira.

Poco a poco están quedando atrás los días de gobernar feliz para el presidente López Obrador y la realidad se presenta con lo que mejor sabe hacer, exponerse terca e irrespetuosa al que pretende ignorarla.

Las palabras cada día suenan más vacías, no se puede gobernar con fuchis y guácalas, no existen “los otros datos” y no vamos requetebién, eso el presidente lo tiene perfectamente claro. La realidad se impone y el proyecto político de la cuarta transformación tiene que acelerar el paso, imponerse en el poder antes que la realidad imponga sus condiciones.

López Obrador sabe que la realidad le presenta datos muy graves, la economía esta más cerca de la recesión que del ahora cada día mas lejano “mediocre” crecimiento neoliberal, el empleo formal esta en plena caída, la inversión pública y privada nomás no aparecen, los empresarios prometen invertir pero no sacan la chequera, los grandes proyectos de la Cuarta Transformación no arrancan, la violencia no encuentra el tan anhelado punto de inflexión prometido, Pemex está a nada de perder el gado de inversión, las fuerzas armadas no están contentas, las palabras fáciles se agotan, el cochinero que le dejaron cada día que pasa se vuelve un poco su propio cochinero.

El presidente es consciente que 30 millones de votos le han permitido hacerse de todo el poder, tiene la presidencia, las cámaras, la mayoría de los Congresos locales y poco a poco se hace de todas y cada una de las instituciones democráticas del país. Tomó por asalto la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y va por el Instituto Nacional Electoral, sabe que sus votos le alcanzan para eso y más. Pero también sabe que esos 30 millones no le alcanzan para poder comprar la realidad que necesita.

En las encuestas de aceptación lleva varias semanas con tendencia a la baja, las que mejor lo posicionan lo tienen en los 50 altos y las otras lo tienen más cerca de los 50 puntos. La realidad no se somete a sus deseos y eso lo tiene muy contrariado y enojado.

En política internacional el panorama es preocupante, decide alejarse del principal socio económico de México y coquetea con la idea de ser la cabeza de un eje compuesto por países aislados internacionalmente, Cuba, Venezuela y Nicaragua. Busca pelearse con la Organización de Estados Americanos y en una de esas, salirse de organismos internacionales que no se ajusten a su visión del mundo.

Sabe que lo que sucedió en Bolivia representa el peor escenario para su Cuarta Transformación, le gusta que el pueblo ponga, pero no que quite. Evo Morales se debe esconder, guardar y proteger, ya no representa nada, su único valor reside en poder construir una leyenda como hombre emancipador de los indígenas y que está leyenda oculte su fraude electoral y su intención de perpetuarse en el poder.

Lo que no le gusta de la crisis de Bolivia a López Obrador es que puso a la vista de todos las intenciones de la Cuarta Transformación, perpetuarse en el poder utilizando las instituciones democráticas y manipulando la ley. Se pierde el misterio cuando a los magos les descubren el truco.

A López Obrador el tiempo se le agota, no puede cambiar la realidad, así que tiene que gobernar con ira, con mucha ira.

Por cierto, Evo Morales tuvo la oportunidad de salir por la puerta de la Historia y despedirse del poder como un grande. Pero decidió intentar perpetuarse en el poder y robarse una elección.

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