Arturo Reyes Isidoro / Con el título de hoy no, para nada me estoy refiriendo a una famosa radionovela que así se llamó y que ya muy pocos recuerdan, que hizo época en aquel México de inicios de la segunda mitad del siglo pasado y que entretuvo a nuestros abuelos y a nuestros padres.
Me ocupo esta vez, creo que muy merecidamente, de una mujer que se me hace una funcionaria excepcional del gobierno cuitlahuista, una verdadera flor en el pantano de la mediocridad de quienes integran la administración estatal: la directora general del Instituto Veracruzano de la Cultura (IVEC), Silvia Alejandre Prado.
Debo aclarar que no la conozco en persona y por lo tanto que nunca la he tratado. Pero la conozco por su trabajo, a través de su trabajo, intenso, variado, de primer nivel, con mucha calidad y presencia en diversos espacios del Estado.
¿Cómo le hace para producir tanto?, me pregunto todos los días, sobre todo porque es divisa del gobierno al que sirve, ella sí, que no hay dinero, que hay austeridad y porque me abruma recibir tanta información de la dependencia a su cargo, todos los días, incluyendo sábados, domingos y días festivos, y a todas horas.
La cultura en sus más diversas manifestaciones me interesa y por lo mismo procuro estar al tanto de lo que se produce, de lo que se programa, de lo que se presenta, con el agregado que además me gusta esa actividad humana.
Desde que en 1987 la inolvidable doctora Ida Rodríguez Prampolini creó el IVEC con todo el apoyo del entonces gobernador Fernando Gutiérrez Barrios (ambos son palabras mayores en la historia de Veracruz), creo que la institución no había tenido tanta movilidad y tanta presencia en la vida cultural del Estado como ahora.
Entre tantos méritos que tiene, se puede afirmar de ella, con base en su largo y destacado curriculum, que no es ninguna improvisada pues antes de llegar a la Dirección General trabajó 14 años en diversas áreas del IVEC, lo que constituye una muestra de que si a los diversos cargos del gobierno hubieran llegado personas con experiencia y bien preparadas Veracruz viviría otra situación mejor.
Que veamos, a la arquitecta (su profesión de origen) Alejandre Prado no es de las que han llevado a los medios o a los espacios publicitarios para promover el Primer Informe de Gobierno, pero es de los pocos funcionarios (casi me atrevería a decir que la única) que tienen con qué demostrar que es posible desde la función pública sobreponerse al mar embravecido de violencia e inseguridad que distingue ahora a Veracruz.
Algo de su trayectoria:
Cursó el Máster en Gestión del Patrimonio Cultural en la Universidad Complutense de Madrid y en 2004 realizó prácticas profesionales ni más ni menos que en el Museo del Prado, además de que cursó estudios sobre patrimonio, manejo de museos, museología, museografía, curaduría e historia del arte en Inglaterra y España.
Forma parte del equipo de comisarios de la Colección Diego Rivera del Estado de Veracruz y ha viajado con ella a varias ciudades de España, Estados Unidos, Colombia, China, Singapur y Corea, y desde 2014 es miembro del ICI Independent Curators International participando en el Intensivo Curatorial Ciudad de México con una beca auspiciada por la Fundación JUMEX.
Ella se integró al IVEC en 2005 como encargada del Departamento de Patrimonio, fue Coordinadora de Exposiciones en la Pinacoteca Diego Rivera así como Directora de la Galería de Arte Contemporáneo y ha sido docente en la Facultad de Artes Plásticas de la Universidad Veracruzana, además de que en 2017 fundó el proyecto arte314, una galería de arte digital que promueve el trabajo de artistas mexicanos, entre otras cosas más.
Es, pues, una funcionaria que sí sabe leer y escribir, que realiza una gran labor en la difusión y práctica de actividades culturales, que distingue y prestigia al gobierno de Cuitláhuac García Jiménez, no protagónica, que se conduce con muy bajo perfil, de lo poco bueno que hay en la administración y por eso debe reconocerse.
La tarea y el éxito, lógicamente, no es de una sola persona sino de un equipo, en su caso de un buen equipo (los resultados así lo demuestran), y para mi agradable sorpresa un buen día supe que quien le opera en el área de prensa es una verdadera profesional, Araceli “Cheli” Batalla, con una buena trayectoria sobre todo en la televisora estatal RTV, otro caso que demuestra que cuando no se trata de improvisados los resultados no son buenos sino de lo mejor.
No me va a extrañar si como siempre ha ocurrido el gobernador le dedica solo unas cuantas líneas a la política cultural, e incluso si la ignora, aunque es de lo poco que tiene para presumir en serio. No importará mientras los veracruzanos sepamos, veamos, disfrutemos y apreciemos veladas literarias, ciclos de cine, festivales de baile, danza y canto, exposiciones diversas como de arte indígena, obras de teatro, conferencias, seminarios, diplomados, conciertos, etcétera.
Honor, pues, a quien honor merece.
Llevan sus inversiones a la Riviera Maya
Fue un encuentro casual el que tuve ayer con un joven empresario xalapeño quien me confirmó la información que ya tenía en el sentido de que ante la situación que se vive en el Estado prefirieron llevar sus inversiones a otro lugar, en su caso y en el de otros también xalapeños a Quintana Roo, a la Riviera Maya.
Me dijo que estaban listos para invertir en el Estado pero que no encontraron ningún eco en el gobierno cuitlahuista; que esperaron en vano hasta que se desalentaron y prefirieron irse incluso a un lugar más seguro por la inseguridad y la violencia que se viven en la entidad.
Una cosa es la que se dice en el gobierno y que seguramente va a repetir el gobernador en su informe, y otra la que comentan los actores de la vida activa del Estado. Se van capitales, la economía no mejora y no hay creación de empleos. Esa es la triste realidad.
Viene la madrina
Confirmó el gobernador que en representación del presidente Andrés Manuel López Obrador vendrá a su informe la secretaria de Gobernación Olga Sánchez Cordero.
Pocos saben que doña Olga, casada con un personaje de familia xalapeña, es madrina de bautizo ni más ni menos que de Enrique Nachón García.
Ahí se los dejo, como un dato cultural.