El enemigo se llama Neoliberalismo

Neoliberalismo
El neoliberalismo, el enemigo FOTO: WEB
- en Opinión

Jorge Flores Martínez / En muchas ocasiones he intentado explicar que lo que definen como “neoliberalismo” en estos tiempos de la cuarta transformación no se puede considerar una ideología como tal, en todo caso solo se trata de una corriente económica y política más en el escenario.

Su antecedente más remoto lo podemos encontrar en el libro de Adam Smith, “La riqueza de las naciones”, que se publicó en 1776. Este libro nos explica que el bienestar social está en el crecimiento económico, la división del trabajo y la libre competencia, la cual, consideraba Adam Smith, son el camino para la prosperidad al ser cada individuo, por medio de su propio interés, el que conduce al bienestar general. En este libro el autor afirma que, “el hombre necesita casi constantemente la ayuda de sus semejantes, y es inútil pensar que lo atendería solamente por benevolencia.”

Podemos concluir que es el hombre el que modifica su entorno social y genera así riqueza y bienestar atendiendo sus necesidades en un sistema económico libre y de esta forma favorece al resto de la sociedad con su trabajo por medio de intercambios comerciales beneficiosos, es decir, dame lo que necesito y tendrás lo que deseas por medio de un intercambio o compra.

Smith no considera la creación de un nuevo hombre, no es necesario, tan solo explica de una forma ordenada y científica el funcionamiento del mercado y la creación de la riqueza. No nos ordena modificar nuestro comportamiento ni renunciar a nuestra naturaleza humana para encontrar el paraíso y la prosperidad.

Por el otro lado, el “socialismo científico” de Karl Marx, explica que el conflicto social es causado por el excedente material y la aparición del sentido de propiedad en el hombre, que como consecuencia, se tiene una lucha de clases entre trabajadores explotados y explotadores burgueses.

Marx consideraba que la sociedad humana estaba determinada por sus condiciones materiales y que para el desarrollo de una sociedad, la producción de bienes es fundamental. Esto dio como resultado que se entendiera el poder que tienen las masas populares y obreras.

Hasta este punto, se puede decir que tanto Adam Smith como Karl Marx llegan a conclusiones distintas, pero de alguna forma solo describen un fenómeno económico y social, pero es cuando Marx dice que todas las sociedades se dividen en dos grandes grupos confrontados entre si, los burgueses y la clase obrera, con su permanente lucha de clases, que se empieza a esbozar que hay un pecado de origen en la naturaleza humana que requiere una especie de redención social.

Se puede concluir que Marx considera indispensable modificar el comportamiento del hombre para cambiar las condiciones sociales y económicas. Es justo esta pretensión de cambiar al hombre donde radica el carácter ideológico de sus teorías económicas.

Marx, al ver que su planteamiento teórico era irreconciliable con la naturaleza humana, prefiere cambiar al ser humano antes que cambiar su teoría.

Las teorías de Marx, al tener un sustento ideológico, cuentan con lo que no tuvo Adam Smith, seguidores ideologizados que interpretaran sus ideas. Estos seguidores, al ver que mucho de lo que plantea Marx es irreconciliable con la realidad, llegan al absurdo de asegurar que por medio del comunismo, el Homo Sapiens se convertirá, en una “selección artificial”, en un superhombre, que será altruista, saludable, culto y un entusiasta propagandista de la revolución socialista.

Aquí donde ya no encuentro diferencia entre una doctrina religiosa y la ideología socialista.

Es por esto que, el discurso de la izquierda mexicana y latinoamericana al desarrollar la idea del “Neoliberalismo” como enemigo y causa de toda la desgracia en el continente es perfecto, la izquierda, salvo muy puntuales excepciones, siempre le ha gustado luchar contra enemigos imaginarios.

La realidad para ellos no es revolucionaria.

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