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AMLO se ríe de las crisis… hasta ahorita

Bernardo Gutiérrez Parra / En apenas once meses le han reventado varias crisis al presidente Andrés Manuel López Obrador; tantas, que otro en su lugar estaría tambaleándose en la silla presidencial. Pero él se mantiene impertérrito.

El rosario comenzó en enero de este año con la explosión de una toma clandestina en un ducto en Tlahuelilpan, municipio de Hidalgo, que dejó un saldo de 93 muertos, 46 heridos y 65 desaparecidos en lo que se considera la mayor tragedia por robo de combustible en la historia de este país.

Luego siguieron las masacres de Minatitlán y Coatzacoalcos; más adelante las de Aguililla e Iguala, después vino el Culiacanazo y la última crisis ocurrió este lunes en la frontera entre Sonora y Chihuahua donde fueron masacradas tres mujeres y seis niños.

Y el presidente como si nada.

Las víctimas de este lunes pertenecen a la familia mormona LeBarón de nacionalidad norteamericana, y sus cruentos asesinatos provocaron una indignación sin precedente en Estados Unidos; indignación que fue replicada por TODOS los medios de difusión de ese país.

En redes sociales la constante fueron frases como “País sin ley, pueblo de bárbaros, Estado fallido”. El diario The New York Times denunció que el gobierno de López Obrador ha sido incapaz de parar el derramamiento de sangre que ya alcanzó a bebés y mujeres. Los Angeles Times dijo que las autoridades de Estados Unidos han criticado al gobierno de México porque carece de una estrategia de seguridad eficaz.

En una carta dirigida a Julián LeBarón y que se hizo pública en redes sociales, el activista escritor y poeta Javier Sicilia, condenó el ataque y agregó que el presidente Andrés Manuel López Obrador traicionó su política de “verdad, justicia y paz” con la que se comprometió. “Traición que se mide con centenas de miles de muertos, desaparecidos, de las que las mujeres y los asesinados de tu comunidad son la nueva punta del iceberg”, indicó el poeta.

El senador estadounidense Tom Cotton fue demoledor; dijo a Fox News que la política de “abrazos y no balazos” del gobierno de López Obrador “tal vez funcione en un cuento de hadas para niños. En el mundo real cuando tres mujeres estadounidenses y seis niños estadounidenses fueron baleados y quemados vivos, lo único que puede contrarrestar las balas son más balas, y más grandes”.

Y soltó la amenaza: “Si el gobierno mexicano no puede proteger a los ciudadanos estadounidenses en México, en Estados Unidos tal vez tengamos que tomar las cosas en nuestras manos”.

No quiero imaginar la de maromas que estarían dando presidentes como Fox, Calderón y Peña Nieto si estuvieran gobernando en estos tiempos. Habría bloqueos, manifestaciones, plantones y cristalazos de iracundos ciudadanos exigiendo su dimisión.

Y de la popularidad presidencial ni hablar, estaría rayando el suelo.

¿A qué se debe que Andrés Manuel no padezca este tipo de sobresaltos?

A que sus tres antecesores tuvieron a un Andrés Manuel López Obrador que los denostó por años un día sí y otro también. Y AMLO no tiene a un Andrés Manuel que lo fustigue, lo señale, se burle de él y le haga contrapeso… hasta ahorita.

México es un hervidero de desencanto y frustración porque el presidente sigue solapando y protegiendo a los delincuentes, mientras se cierran miles de fuentes de empleo que han dejado sin sustento a cientos de miles de trabajadores.

Las cosas no van bien como dice Andrés Manuel y si siguen así, que no se diga sorprendido si un día de estos se alzan miles, o cientos de miles de voces, exigiéndole que haga sus maletas y se largue de Palacio Nacional.

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