Como maestro de bachillerato funcionaba, como catedrático universitario también, como activista social caía bien. Cuitláhuac García era amigo de los amigos, sin embargo, hoy ya no queda absolutamente nada del catedrático buena onda ni del amigo de los amigos. Hoy Cuitláhuac García se ha convertido en un gobernante amargado, resentido y vengativo. Sus complejos lo impulsan a tomar decisiones equivocadas, eso se pudo ver desde que eligió a los que gobernarían con él. No se basó en la academia, experiencia y preparación, sino que privilegio el amiguismo y camaradería, por eso puso a puros improvisados en importantes secretarías.
El desaguisado con Jorge Winckler confirma el perfil de un hombre que no tiene palabra, que traiciona. No se cuestiona la remoción de Winckler, sino la forma y manera tan desaseada que usó. No solo utilizó como viles esbirros y corifeos a los diputados que se prestaron para esta charada, sino que se tomó el atrevimiento de impedir el paso a los diputados a la Fiscalía mediante granaderos y la Fuerza Civil, violentando y atentando contra el poder Legislativo.
Hoy Veracruz presenta y vive una crisis política gracias al hombre que soñó con ser un gran estadista y gobernante, pero que resultó un reverendo fraude. Aún falta conocer las implicaciones legales y las consecuencias que esta decisión traerá; lo que sí es un hecho, es que mientras el gobernador se deje aconsejar por Éric Cisneros, tenga por seguro que Cuitláhuac García seguirá empujando a Veracruz a una larga y prolongada crisis institucional.
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