Independientemente de las preferencias políticas, y sin ánimo de criticar por criticar, pero después de seis meses, el gobierno de Cuitláhuac García le queda a deber sus gobernados. Nadie, por muy ingenuo que sea, se traga el cuento de que la inseguridad en el estado de Veracruz está bajando, como el mandatario lo informa. En el rubro de proyecto urbano, en la capital del estado no se ve una obra de gran talante. No hay planeación ni proyecto para el desarrollo urbano y económico.
En los hospitales, el señor de la eterna bata, Roberto Ramos Alor, no da una; sólo realiza acciones mediáticas, donde se le ve dando consultas, como si no hubiera miles de practicantes para realizarlas. Los hospitales lucen sucios y descuidados y sus farmacias se encuentran vacías.
Ahora en la Secretaría de Educación no cantan mal las rancheras, resulta que las delegaciones regionales de la SEV pasan por muchos problemas, y eso mucho tiene que ver con el encargado de la encomienda, nos referimos al tal Jarocho, Adrián Mota Montoya, personaje sin experiencia y sin la más mínima preparación; al menos en las delegaciones de Veracruz, Tantoyuca, y Coatzacoalcos, el personal carece de lo más indispensable y están laborando bajo protesta.
No podíamos dejar de mencionar a la ocurrente funcionaria encargada del área de Turismo, Xóchitl Arbesú, la misma que prometiera que el puerto de Veracruz se llenaría de cruceros cinco estrellas y desaparecería el turismo de jícama y horchata. Hasta el momento la señora, ama y experta del danzón, no brilla con luz propia. Ojalá y el tozudo gobernador caiga en razón y dé un fuerte golpe de timón, aunque a cómo van las cosas, eso está verde.
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