Javier Matías Darroux Mijalchuk se ha convertido en el nieto 130 de las Abuelas de Plaza de Mayo, luego de varias décadas lejos de su familia y sin saber nada de ellos, gracias a esta organización social Javier Matías puede disfrutar nuevamente del cariño de los suyos. Desde 1977, un año después del término de la última dictadura cívico-militar argentina, esta organización no gubernamental ha brindado sus servicios para reencontrar con sus familias a niños desaparecidos durante aquel régimen.
En 1976, tras el golpe de estado al régimen dictatorial, se estableció un régimen terrorista que se encargaba de la oposición desapareciendo a las personas e infundiéndoles temor, aunque fuese por el más mínimo reclamo. En esa situación, un grupo de padres, madres y familiares de desaparecidos iniciaron su movimiento de resistencia no violenta. A partir del 30 de abril de 1977, este grupo marchaba cada jueves alrededor de la Pirámide de Mayo de la plaza que lleva el mismo nombre, frente a la casa de gobierno.
Semanas después, 11 abuelas firmaron un colectivo en forma de carta solicitando la suspensión de adopciones por cuanto había bebes desaparecidos. Esta carta es considerada no sólo un documento histórico, sino también el antecedente inmediato de la fundación de las Abuelas de Plaza de Mayo. Poco a poco más y más madres-abuelas fueron uniéndose a la causa en busca de sus hijos o nietos perdidos.
Las fundadoras de las Abuelas de Plaza de Mayo fueron 12 madres-abuelas de desaparecidos, que tenían entonces una edad entre los 50 y los 60 años. Esta asociación civil, cuya sede se encuentra en la capital argentina, Buenos Aires, ha sido nominada en cinco ocasiones al Premio Nobel de la Paz, entre el año 2008 y 2012.
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