Juan David Castilla Arcos / Xalapa, Ver. El abuso sexual a menores por parte de sacerdotes es un problema que se combate pero no ha sido erradicado, admitió el vocero de la Arquidiócesis de Xalapa, José Manuel Suazo Reyes.
El presbítero que dicha situación llena de dolor y vergüenza a la Iglesia Católica.
Y es que, cuando la gravedad y extensión de estos hechos empezó a conocerse, la Iglesia Católica asumió su responsabilidad y dolor dando respuesta a nivel mundial, mediante la aprobación e implementación de líneas guía, de protocolos de comportamiento sacerdotal y de ambientes seguros a nivel diocesano y a nivel de las Conferencias Episcopales.
El Padre recordó que, el pasado 7 de mayo, el Papa Francisco promulgó la Carta Apostólica, a manera de “Motu Proprio VOS ESTIS LUX MUNDI”, (Ustedes son la luz del mundo), la cual contiene varios principios de acción que deben adoptarse en las diócesis para prevenir y combatir los abusos sexuales cometidos por miembros de la Iglesia Católica contra menores de edad y personas vulnerables.
Externó en su comunicado dominical que la Carta Apostólica es fruto de la reflexión y la colaboración del encuentro del Papa y los Presidentes de las Conferencias Episcopales y los Superiores de los principales institutos religiosos llevado a cabo en el Vaticano del 21 al 24 de febrero de este año.
En ese sentido, el presiente del Episcopado Mexicano, Rogelio Cabrera López, el pasado 13 de mayo, hizo eco de la Carta Apostólica y destacó en un comunicado, algunas consideraciones.
«El Santo Padre establece nuevas normas procedimentales relacionadas con la denuncia de delitos cometidos por clérigos en materia de violencia sexual, abuso sexual de menores, pornografía infantil y encubrimiento, así como con la responsabilidad de los obispos y los superiores religiosos para cumplir diligentemente con la ley canónica y civil cuando se presente algún caso», fueron algunas de sus palabras.
Sin embargo, a juicio de Suazo Reyes, por desgracia los abusos sexuales contra menores de edad son un fenómeno difuso en todas las culturas y sociedades, que se ha agravado, entre otras cosas, por la pornografía del internet.
«La universalidad de esta plaga, además de confirmar su gravedad, es una monstruosidad cuando se comete dentro de la Iglesia».
Y añadió que no hay explicación que justifique cómo un consagrado elegido por Dios, se convierte en instrumento de Satanás para dañar a los pequeños.
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