Recuerdo de Ixhuacán de los Reyes

Ixhuacán
Las fumarolas del tiradero a cielo abierto de Misantla han sido disipadas en un 90 por ciento, aseguró el presidente municipal de ese lugar, Othón Hernández Candanedo. El entrevistado recordó que el incendio se había registrado desde hace tres años en el lugar y que el tiradero a cielo abierto había operado desde el año 1994 FOTO: WEB
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Jorge Díaz Bartolomé / Hace un tiempo realicé un viaje por un sitio que forma parte de la primera ruta que emprendió Hernán Cortés hacia Tenochtitlán, el objetivo era visitar Ixhuacán de los Reyes, un pintoresco pueblo que ha conservado su traza, arquitectura y tradiciones. Me dirigí muy temprano hacia las montañas, pasando por Teocelo, lugar histórico en la región, por su antigua estación de la Jalapa Railroad & Power Company, por la visita de Ruben Darío en 1910 y por sus distinguidos teocelanos, algunos avecindados en Xalapa en el siglo XIX. El trayecto continuó por las comunidades de Texin, el Monasterio Benedictino Xixitla, por la “barranca nueva”, Pocitos -ubicado en la desviación a Cosautlan- Amatla y El Arenal, un par de minutos antes de llegar a mi destino, admiré la espectacular cascada llamada «El Chorro», una forma natural de recibir al visitante.

El pueblo de Ixhuacán de los Reyes vio nacer a mi abuela Abigail en el año 1904, en una época de efervescencia revolucionaria, es por ello que al admirar los portales en la plaza de armas, todo toma sentido. En una breve caminata me trasladé a la capilla de La Luz, ubicada en el barrio del mismo nombre; dentro del templo pude constatar la ausencia de arte sacro. La cúpula del templo colapsó en aquel fatídico sismo del 3 de enero de 1920, que fue mencionado en la prensa nacional como el «Sismo de Quimixtlan», una de sus torres quedó severamente dañada y se aprecia fácilmente un remiendo. Una iglesia que estuvo en ruinas por décadas, hasta que a mediados del siglo XX, un grupo de vecinos organizados decidió restaurarla, con los conocimientos arquitectónicos a su alcance. Como dato curioso, una de sus campanas está datada en 1813.

La visita continuó por sus pintorescas y limpias calles, observando en la soleada mañana las casas grandes, algunas de ellas con escaleras de caracol elaboradas en madera y tapancos también en madera. Algunas ventanas de herrería remachada -muy antiguas-, y otras con balcones en madera. El parque conserva su quiosco estilo porfiriano, se encuentra rodeado de pintorescas casas de teja en su mayoría, con portales al frente, invitando a la fotografía. Por un lado, observamos el Palacio Municipal con nueve columnas toscanas sosteniendo su arcada y en su segundo piso siete ventanas perfectamente simétricas. Al otro extremo del jardín se encuentra la Parroquia de los Reyes Magos, construida a principios del siglo XVII; en el archivo parroquial se resguarda un libro fechado en 1650 con el número 2, el número 1 está desaparecido. Su fiesta patronal se celebra el 6 de enero.

El 29 de octubre inicia la “novena de la virgen” y concluye el 8 de noviembre, es una tradición que consiste en elaborar una alfombra de aserrín de colores, para festejar a la Virgen de los Remedios, una imagen que se dice, fue hallada en un paraje llamado “Agua Bendita”. Como muchos otros pueblos, Ixhuacán tiene una capilla del Calvario en una loma y también se realiza la representación del viacrucis, como en muchas partes de México. No debemos pasar por alto su gastronomía típica, destacando el chilatole de elote con queso, los chocos, los tamales pintos, los tlaxcales, el mole, los vinos de fruta elaborados con ciruela, capulín, durazno y mora, los dulces de leche y pinole.

Como podemos confirmar, Ixhuacán de los Reyes es un pueblo mágico, sin tener el distintivo, un pueblo orgulloso de sus creencias y tradiciones. Está enclavado en una zona montañosa que lo hace tener un clima extremoso. Sólo basta continuar el recorrido por las faldas del Nauhcampatépetl para admirar los cambios en el paisaje, hasta llegar a las áridas tierras de Perote, misma ruta que recorrió Hernán Cortés en su camino hacia Tepeyahualco, para culminar en Tenochtitlán.

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