Édgar Landa Hernández* / El sol agobia, sofoca. Las breves rachas de aire se componen de recuerdos, nostalgias que emprenden en la llanura de lo desconocido. Sentir bucólico, entre praderas desiertas, tolvaneras que emulan al viejo oeste.
El largo y tedioso recorrido llega a su fin.
Tendencias que incitan a lo admirable, a lo creativo a través de los musculosos equinos, en conjunción con la lindura de las chicas que engalanan cada acto, cada suerte.
Simbiosis total. Juegos espectaculares, suertes enigmáticas en pos del triunfo.
El cuerpo resiente, el clima causa estragos, la deshidratación está latente. Las chicas se miran, se observan; al final sonríen y hacen lo suyo.
Las horas de arduo entrenamiento han cosechado frutos.
Ante un recinto atiborrado de personas, los aplausos no se hacen esperar, cada familia brinda apoyo a sus favoritas, mientras los jueces debaten cuál ha sido la mejor.
La escaramuza “Orquídea Huasteca” se despide del escenario, dicen adiós de una forma sublime, elegante. Su participación ha finalizado.
*Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores A.C.
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