“Quiso volar igual que las gaviotas, libre en el aire, por el aire libre”

Gaviotas
Alberto Cortez FOTO: WEB
- en Opinión
Édgar Landa Hernández / Inicia el mes de abril y existen situaciones que te vuelven a sorprender cuando vives con una mentalidad positiva y agradecido por ver un día más. ¡Hoy fue un día especial!, volví a recorrer los pasillos llenos de verdor y frescura, ¡tan llenos de vida!, ¡tan llenos de mí!, creo que también me echaron de menos, al menos yo a ellos mucho, sucedieron acontecimientos que lo hicieron así.

Cosas simples, otras no tanto, el día estaba soleado, ¿ves?, ¡cosas simples!, que hicieron de mi día, ¡un buen día!, y fue el ver nuevos habitantes del bosque, como la pequeña florecilla que se aferra a la vida sintiendo la savia que circula por su ser, y esperando ser protagonista esta primavera.

La multitud de helechos que jamás había visto, ahora resecos a punto de eclosionar con todas sus esporas para fecundar nueva vida, ¡eso me encanta!, algo que me llamó la atención fue ver tantas y tantas párvulas plantas que se han vuelto inquilinas de este majestuoso pulmón citadino tapizado por enormes hojas ya crujientes por el olvido, de las majestuosas hayas, que enormes solo observan cada metamorfosis en ciclos de existencias, hoy fue diferente, simple, pero a la vez ¡grandioso!.

Además, debía ponerme al día, saludar a la enorme nochebuena, que no obstante su temporada ya expiró; no cede a dejar de ser un personaje ilustre dentro de todos los arbustos y plantas. Con sus colores iluminaba tanto, como ese rayo de luz que entraba por los recovecos de ramas y palos resecos.

Los oyameles que han sido protagonistas de tantos inviernos, y llega a su culminación. En fin, nada especial, pero de pronto pasó algo extraño. Iba escuchando cada sonido de mis pisadas, crujiendo a cada zancada que avanzaba, me hace bien oírlo, me nivela, me eleva, me gusta. Iba en eso, absorto con la música de las avecillas cantoras que se ponen felices por tan solo vivir, ¡cuando de pronto!, al fondo, algo grande y brillante atrapó mi mirada, ¡era el sol!, estaba impactantemente brillante y grande, creo que si hubiera extendido un poco mi mano lo hubiera acariciado.

Minutos después de despedirme y agradecerle al creador por regalarnos este espacio para ejercitarnos un poco, escuché a través de la radio una noticia que me hizo quedarme estático. El cantautor Argentino Alberto Cortés perdió la batalla contra una enfermedad que lo aquejaba. Inmediatamente se me vinieron a la cabeza cual torbellino cada una de sus interpretaciones, su poesía.

Una de las melodías que más me gusta es la de “castillos en el aire”. ¡En paz descanse este célebre personaje que ahora se ha convertido en inmortal!.

Eso me provocó una rara sensación de amplitud, de paz, ¡no sé!, salirme del momento, de mi momento, después del primer hechizo y no sé por qué razón vinieron a mi mente otras personas, personas que no conozco, niños, mujeres… toda esa gente que sufre, que calla y desgarra parte de su piel en la miseria, en la que así ha sido convocada por nuestros gobernantes, por los que adoran el dinero y se funden en su avaricia.

Fue tan fuerte el remezón que tuve que bajar mi vista, porque hasta lastimaba, simplemente inhalé para que entrara el aire. Pensé en mi felicidad y pensé como nunca antes en la desgracia de esos tantos, de esa gente que no conocía y me gritaban al oído, niños abandonados, drogadictos que no encuentran la salida, tantos, tanto dolor y yo ¡sintiéndome tan feliz!.

Lo curioso y al contrario de otras veces no me provocó extrañeza, sólo por unos instantes fui parte de ellos, los sentí, los viví y tomé consciencia de esos dolores, por una extraña razón pensar en ellos me hizo equilibrarme, luego pensé que tal vez, sólo tal vez si una parte de toda esa sensación de paz que sentía, de toda esa fuerza que bailaba dentro de mí llegaba a alguno de ellos cambiaría en algo su momento, no lo sé con exactitud, pero sí sé que el pensar en algo más que en mi propia existencia, mis propias alegrías o dolores me dio algo de paz para seguir caminando por la vida mientras sueño que soy feliz.

Y así lo creo y lo vivo, hoy volví a sentir esa sensación de ser un espíritu Antiguo en un cuerpo nuevoy como dice la canción que tanto me gusta:

Y construyó, castillos en aire 
a pleno sol, con nubes de algodón, 
en un lugar, adonde nunca nadie 
pudo llegar usando la razón.

Y construyó ventanas fabulosas, 
llenas de luz, de magia y de color 
y convocó al duende de las cosas 
que tiene mucho que ver con el amor.

Gracias Alberto Cortés   por tus letras, tus enseñanzas, sigamos disfrazados de cordura

*Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores A.C.*
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