La estatura moral y política del presidente de México es enorme, su popularidad es arrolladora, nunca en la historia de este país, tal vez después del general Lázaro Cárdenas, ningún presidente había recibido tantas muestras de cariño como las que recibe Andrés Manuel López Obrador. Donde quiera que se presenta, la gente lo sigue: jóvenes, ancianos, amas de casa y hasta burócratas de la clase media quieren una foto con el primer mandatario del país. Es un verdadero rockstar. Desafortunadamente de eso se valen varios funcionarios que han sido arropados bajo la capa protectora del primer presidente tabasqueño. De entrada, en Veracruz Cuitláhuac García Jiménez llegó a la gubernatura gracias al efecto Peje.
Se esperaba que el hijo del maestro Atanasio García entrará a tambor batiente y se convirtiera en un verdadero estadista, que aprovechara el apoyo del Gobierno Federal para resolver problemas tan delicados como son la seguridad, la salud y la educación. Sin embargo, en estos momentos miles de veracruzanos están entre la desesperanza y la desilusión. La tozudez del joven gobernante, al privilegiar el amiguismo para nombrar a su ineficiente gabinete, le está pasando la factura.
A nivel nacional, Veracruz es nota roja. Todos los días aparecen muertos, descuartizados y embolsados. Ya se ha dicho que no es fortuito que a cada rato venga el presidente a darle palmaditas al gobernador y a decir que es el mejor gobernante, cuando los hechos están diciendo que es el peor gobernador que ha tenido Veracruz. Desgraciadamente, más de 550 muertos en tres meses lo reafirman.
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