El ambiente se pone tenso y álgido entre la CNTE y el presidente López Obrador; el aliado incomodo, como en la metáfora del escorpión y la ranita, no traiciona su naturaleza rijosa y se pone frente al proceso de caída de la mal llamada Reforma Educativa y no permite que nazca el Nuevo Acuerdo Nacional Educativo. El presidente comienza endurecer sus declaraciones sin perder la calma, con prudencia pero firmeza a la vez; pidió a los dirigentes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), tener cuidado en sus demandas, pues la ciudadanía, dijo, ya es más consciente y está muy politizada.
Afirmó que cuando las causas que se defienden no tienen sustento, cuando ya no hay racionalidad, entonces, se pierde credibilidad y autoridad, pues la opinión pública se da cuenta que no hay una causa justa y se convierten en rebeldes sin causa, y eso no le conviene a ningún movimiento, «pero eso corresponde a cada quien atenderlo». Sin embargo, la CNTE, no abandona su modus operandi, un modelo que le ha redituado dividendos económicos y políticos.
Mediante presión, movilización, y negociación a modo, la CNTE intenta imponer sus condiciones. Y es que la Coordinadora dice que no, pero quiere tener vela en el entierro, ésta busca tener injerencia en el nombramiento de docentes y autoridades directivas y, de pilón, que los normalistas egresados tengan una plaza segura, como en los tiempos de jauja y bonanza priista. Pues por lo tanto, se suspende el debate para la cancelación de la mal llamada Reforma Educativa y ya veremos hasta cuándo la CNTE lo permite.
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