De gatos y otros tejados…

Gatos
Gatos en la música y la literatura FOTO: WEB
- en Opinión

Édgar Landa Hernández / No soy de los que optan por tener de mascota un gato. Me gusta verlos de lejos, observar sus gráciles movimientos que asemejan un felino en la sabana africana.

En casa de mis padres, hubo durante algún tiempo, algún gato que servía de compañía a mi madre. Uno que me viene a la mente; era un gato de color amarillo llamado “jarocho” Y se le escogió ese nombre por que nos lo trajimos de Veracruz.

Era un gato muy ágil, bastante dormilón, por cierto. Poco afecto a las muestras de cariño. Más bien era huraño y en ocasiones se desaparecía.  Era una especie de figura fantasmal que seguía una ruta inusual. Por las noches deambulaba en torno a un tejado emitiendo sonidos en pos de alguna compañera que le hiciera los favores de la temporada. Por las mañanas permanecía descansando sobre un mueble hasta que le daba hambre y entonces buscaba su alimento.

Los gatos son y han sido objeto de múltiples textos e incluso se han convertido en célebres personajes, no únicamente en las caricaturas sino en las novelas de grandes artífices de las letras a lo largo de la historia. Dentro de los dibujos animados quién no recuerda al célebre “Don gato y su pandilla, o al gordinflón de Garfield, y que decir del gato Félix.

Incluso existen canciones en torno a este personaje del gato. Está la del gato viudo, que a la letra dice “cuando la luna se pone bien grandota como una pelotota y alumbra el callejón, se oye el maullido de un triste gato viudo y su lomo peludo se eriza con horror». O la de El gato en la oscuridad, melodía muy reconocida a nivel mundial en voz del carioca Roberto Carlos. Edgar Allan Poe, afamado escritor estadounidense, dentro de su obra considerada de horror, “El gato negro, hace mención a este felino intrigante y misterioso. Pablo Neruda, en su oda al gato escribe” oh pequeño, emperador del orbe, conquistador sin patria, mínimo tigre de salón nupcial, sultán del cielo.

Haruki Murakami, nos lleva de la mano y a través de su narración en su obra “Kafka en la orilla” nos presenta a un veterano de guerra que busca afanosamente a buscar gatos en su barrio. Y uno que no podía falta es el inigualable “gato con botas, de Charles Perrault, trama que también se ha llevado a la pantalla grande y ha sido delicia de chicos y grandes a través del tiempo. Gusto de observar a los gatos, pero de lejos.

Mirando de qué forma y con astucia de un brinco llegan al tejado, entre enmohecidas tejas que el tiempo ha marcado, llenas del vapor que emana la llegada del nuevo día. Entre vigas de madera que soportan su liviano cuerpo haciendo de su estadía en una verdadera escena pueblerina.

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