Cuitláhuac García era honrado. ¿Qué le pasó? ¿Podrá volver a ser lo que era?

Cuitláhuac
Cuitláhuac García Jiménez, el gobernador FOTO: WEB

Hoy Cuitláhuac García, el gobernador, carga con un gesto ensayado de tirano, porque alguno de esos pendejos que lo rodean le ha de haber dicho que es mejor ser temido que querido, que es mejor ser inflexible que flexible, que es mejor mentir que decir la verdad, que es mejor hacerse un mundo de fantasías que enfrentar la realidad. Cien días nos bastaron para darnos cuenta del engendro que ocupa la silla de gobernador en Veracruz, un sujeto al que no le vas a ganar una, un sujeto que, a pesar de darse cuenta de su error, ha decidido no reconocerlo. Por eso justifica con mentiras el nepotismo en su gobierno; justifica con mentiras su incapacidad para cumplir sus promesas.

¿Pero de dónde le brota el rencor? ¿Qué pensamientos le obligan a esos gestos de cólera, de frustración, de rechazo? ¿De qué se acuerda? ¿Quién le provocó semejante trauma que hoy prefiere fabricar su propia realidad? ¿Qué lo volvió tan altivo? Una anécdota baste para describir al nuevo Cuitláhuac García, el gobernador de Veracruz.

Un día, un alcalde militante del PRD supo que el entonces gobernador electo pasaría por su municipio. Habiendo sido en algún tiempo correligionarios, el alcalde se sintió con ánimos para mandarle decir que le gustaría comentar algunos problemas de la comunidad, que si se podían ver. Cuenta el alcalde que Cuitláhuac le mandó decir: «Ni se te ocurra saludarme, porque no te voy a devolver el saludo». ¿Qué le pasó a Cuitláhuac García? Lo juro, hace algunos años era un sujeto sencillo, honrado y trabajador. ¿Quién le metió tanto odio en el alma?

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