Cuitláhuac y el nepotismo, un negocio millonario

Eleazar
Eleazar Guerrero Pérez y Cuitláhuac García Jiménez FOTO: WEB
- en Opinión

Édgar Hernández* / 

¡Eleazar Guerrero, el moderno Duarte!

Dicen quienes conocieron de chavo al llamado “Cuícaras” que gustaba jugar “el que hace la mano hace la tras”, que no es otra cosa que imitar al que va a la cabeza de la palomilla.

Tan le gustó, que ahora ya investido como gobernador, lo sigue jugando.

Excepción hecha de su padre Atanasio García, con quien rompió antes de su toma de posesión y de su hermano Tonatiuh, a quien mandó con su música a otra parte, Cuitláhuac García arrancó su gobierno colocando en las mejores posiciones de mando a buena parte de su parentela, compadres, los amigos del alma y, por supuesto, a todos los morenos y chairos que se la jugaron con él.

Desde luego el ciudadano gobernador cuidó de posicionar a su primo favorito donde está el billullo.

El hombre fuerte en la ministración del dinero es Eleazar Guerrero, el Javier Duarte del gobernador. Eleazar es quien tiene el control de los 128 mil millones de pesos que entrarán este año a las arcas del gobierno del estado, así como de todas las áreas administrativas del gobierno, muy al estilo Fidel Herrera, de quien recibió la enseñanza como su colaborador.

Y usted se preguntará en que le pueden servir los administrativos de las secretarías de Estado y descentralizadas… pues ni más ni menos para tener el control del dinero: la obra pública, los moches, la preferencia en los presupuestos para quienes mejor le rindan en las áreas de salud, educación, carreteras y obras portuarias.

Asimismo tendrá, o ya tiene desde el primero de diciembre a sus pies, millares de plazas para sus compinches que ya observamos irrumpieron cual hordas en los lujosos privados de gobierno con guapas secretarias.

Estos chairos con oficio no hacen nada. Solo se quedan mirando unos a los otros dejando ir y venir los problemas y esperando la llegada de jugosas quincenas.

Y como el que hace la mano hace la tras, pues el primero que levantó el dedo del “¡Yo de aquí soy!” fue Zenyazen Roberto Escobar, luego de ser nombrado titular de la Secretaría de Educación –presupuesto de 33 mil millones de pesos- quien metió a la nómina hasta el de los elotes de la esquina de su casa.

Otro, el de los besos de fuego, Roberto Ramos Alor, Secretario de Salud provocó un escándalo entre sus pares al nombrar a sus sobrino Marco Antonio Sabiñón Ramos, en el área de Sanidad Internacional, una posición entregada de siempre a expertos médicos que cuentan con cédulas activas, cursos y conocimientos de protocolos para el manejo de enfermedades y epidemias.

El sobrino estudia para ingeniero químico.

En los hechos el gabinete legal y el ampliado está lleno de los cuates, de los cuates de los cuates, la “Cofradía de la Mano Caída” y los recomendados hasta de “Nico” el chofer de AMLO, contlapache de Eric Cisneros, que fue quien llevó al hoy Secretario de Gobierno, con Rocío Nahle.

La Nahle es otro caso.

Tiene al menos a cinco secretarios incrustados en el gobierno de Cuitláhuac.

Los tiene en un puño. Entre ellos su sobrino Enrique Nachón, Subsecretario de Desarrollo Económico, ex priista de la Fidelidad y Yunista de hueso colorado hasta el primero de diciembre del año pasado.

Nachón, hoy Moreno, es la piedra en el zapato de su jefe Ernesto Pérez Astorga.

La que sin embargo, rompe el record es la titular de la Secretaría del Trabajo, Previsión Social y Productividad, Guadalupe Arguelles Lozano, una convencida de que el poder es para ejercerse y los beneficios se deben notar, de inmediato, en la familia ¡Que caray!

Así, siguiendo estos viejos principios que tanto se han criticado en el pasado, se coloca como la campeona del nepotismo.

Todo ello a pesar de que el Presidente Andrés Manuel López Obrador ha insistido en erradicar el nepotismo y el influyentísmo en los tres niveles de gobierno mismo que consta en su discurso en Nogales, Sonora, el 22 de septiembre de 2018:

No queremos amiguismo en el Gobierno, no queremos influyentismo, no queremos nepotismo; nada de llenar de familiares a los gobiernos municipales, gobiernos estatales, no es el Gobierno de la familia, no es el DIF”, dijo en esa ocasión.

Bueno, pues eso a doña Guadalupe eso le vale madre.

Ella hace su trabajo familiar al colocar en la nómina de la Secretaría de Trabajo, Previsión Social y Productividad a su hija de su primero matrimonio, Quetzalli Cárdenas Argüelles.

Y por qué jijos de la chifurria no habría de extender el nepotismo a su yerno Jonathan Antonio Martínez Zamora y de paso a su tío Nahúm Argüelles Lozano y, a la sordina, a su hermano Juan Argüelles Lozano y ya de refilón a su sobrino Adair Aguirre Calte.

Así a escasos cien días de iniciada la administración, la ex directora de la Casa de Cultura de Chicontepec designó a mediados de febrero de 2019 a su hija Quetzalli Cárdenas Argüelles como Jefa del Departamento Jurídico y de Amparos, en sustitución de Mónica Rivas Rodríguez.

Antes, ya había colocado a su yerno, Jonathan Antonio Martínez Zamora, como analista administrativo, en la Unidad de Transparencia, con un sueldo mensual de 22 mil 412 pesos.

Como asesor de cabecera tiene a su tío Nahúm Argüelles Lozano y como chofer de confianza a su hermano Juan Argüelles Lozano, quien a su vez le pidió que integrara a la estructura laboral a otro familiar.

Ante ese juego infantil de quien hace la mano hace la tras, hoy convertido en la columna vertebral del gobierno de Cuitláhuac García, lo único que se pueda agregar es:

¡Qué bonita familia!

Tiempo al tiempo.

 

*Premio Nacional de Periodismo

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