Dice Borges en Siete noches sobre su ceguera y sobre ser director de la Biblioteca Nacional de Argentina: «Ignoraba entonces que hubo otro director de la Biblioteca, José Mármol, que también fue ciego. Aquí aparece el número tres, que cierra las cosas. Dos es una mera coincidencia; tres, una confirmación». Tres es la confirmación, aduce Borges, y de la coincidencia pasamos a la regla. En la Cuarta Transformación nos damos cuenta hay una preferencia particular por los desnudistas, algo que no se había visto en otras épocas. Los puristas podrán señalar que no hay nada de malo, que es una manera decente de ganarse la vida.
Nadie los contradice, pero cuando se trata de ocupar puestos en los que es el intelecto y no el cuerpo lo que se debería valorar, entonces nos deberíamos preocupar. Si usas el cuerpo para ganar el dinero de los que disfrutan tus contoneos, quién lo discute, pero si usas el cuerpo para acceder a un puesto público, es tan censurable para un hombre como para una mujer.
Sergio Mayer llegó a diputado después de ser stripper; Zenyazen Escobar llegó a secretario de Educación gracias a ser stripper en Poza Rica, donde alguien lo contempló y se prendó de él; David Alexir Ledesma apenas tiene tres semestres de Comunicación, pero tiene un cuerpo joven, que ofertaba en redes sociales y ya es subdirector de prensa en Conacyt. ¿Qué es lo que está pasando? Como dice Borges, uno es un caso, dos, coincidencia, pero tres lo confirma, hay una regla. ¿Será que la Cuarta Transformación está saliendo del closet?
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