Hace poco más de ocho décadas, en México inició la tradición de que en las oficinas de gobierno estuviera colgada la tan famosa fotografía presidencial, pero esa añeja costumbre ha sido rota por López Obrador. Lo anterior lo decimos porque se ha informado que el presidente no está para nada interesado en que su imagen se encuentre en todas y cada una de las dependencias del país. Por cierto, ahora se sabe que los anteriores gobiernos destinaban varios millones de pesos para continuar con dicha práctica.
Imagine usted cuánto gastarían los anteriores gobiernos para tener la foto oficial, pues, en un cálculo rápido, nada más entre la sesión de fotos, la impresión y enmarcado de las fotografías se gastan aproximadamente dos millones de pesos. Lo anterior multiplíquelo por todos los presidentes que sí han tenido su fotografía y ser dará cuenta de la cantidad de dinero que fue tirado a la basura, pues al final de los sexenios, las fotos eran descolgadas y llevadas, literalmente, al bote de los desechos.
Ahora algunos aseguran que hay varios que se han anotado para absorber los gastos de la producción de la fotografía oficial, con tal de ver a AMLO colgado en todas las paredes de las oficinas gubernamentales, pero que él se ha negado a ello. Cabe mencionar que esta conducta no es nueva en Andrés Manuel, pues cuando ocupó el cargo de Jefe de Gobierno de la Ciudad de México también decidió no hacerse la foto institucional. Sin duda, el presidente demuestra que cuando dice que las cosas van a cambiar, es porque de verdad van a cambiar.
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