Es sabido que algunos asesinos han preferido morir que ser capturados por la policía, para no tener que cubrir una pena en prisión. Algo similar ocurrió a Scott Dozier, un condenado a muerte en Nevada, quien decidió suicidarse luego de que su ejecución se postergara dos veces, una en noviembre de 2017 y otra vez en julio de 2018, debido a la combinación de midazolam, fentanilo y cisatracurio que Nevada planeaba usar para quitarle la vida.
Y es que hubo observaciones legales sobre si la droga torturaría al homicida en sus últimos momentos, como si realmente dicha situación hubiese importado durante años. Los expertos consideran que el tercer medicamento en la combinación ocasionó el problema legal desde 2017, ya que el cisatracurio es un relajante muscular y un juez creyó que éste no podría usarse porque generaría señales de dolor o tortura.
El acusado quería ser ejecutado desde julio pasado; pareciera que tenía cierta urgencia por morir, posiblemente no soportaba el remordimiento por haber matado y desmembrado a Jeremiah Miller en 2002 y por haber enterrado en el desierto de Arizona a otra víctima. Y es que decidió colgarse de una sábana atada a una rejilla de ventilación en su celda, en la prisión estatal de Ely.
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