Digamos que la señora, con suerte, logra cobrar unos 60 mil pesos mensuales realizando una labor de oficina que le obligaría a cubrir un horario, que la pondría en situaciones de estrés que deteriorarían su salud. Pero si Clementina Guerrero decide quedarse en su casa a sobarse los pies, a ver series en Netflix, a darle de comer a su gato, a escribir su autobiografía o con suerte a ir al taller de Literatura de la Quinta de las Rosas, entonces podría recibir sin ningún problema su jugosa pensión.
Así, quitada de la pena, nadie le podría recriminar su ostentoso estilo de vida: los Audis, los viajes al extranjero, las comilonas, las compras en tiendas departamentales de lujo. Clementina Guerrero, la tesorera del ayuntamiento de Xalapa, se encuentra en el “jardín de senderos que se bifurcan” y tarde o temprano tendrá que tomar una decisión importante.
Deja la tesorería de Xalapa y recibe sus 100 mil de pensión, o renuncia a su pensión y acepta hacer oficina, tomar responsabilidades y desgastar su salud por menos de 60 mil pesos mensuales. Si se queda en la Tesorería, los mal pensado dirán que se queda porque le reditúan más los enjuagues en lo oscurito que su pensión de 100 mil pesos.