Los actos del mal no solamente han acaparado las calles, los lugares públicos. La violencia, la sangre y lo profano se apoderaron de la iglesia católica del poblado Cupilco, en Comalcalco, estado de Tabasco. Y es que una mujer de la tercera edad fue violada y asesinada en el interior de la misma y, por si fuera poco, a un costado del cuerpo se halló el bastón de mando del párroco con el que fue asfixiada en plena sacristía. De acuerdo con el periódico Excélsior, el crimen pudo haber sido cometido por el campanero de la capilla, pues está en calidad de desaparecido desde el miércoles 26 de diciembre, después de que el brutal asesinato fuera perpetrado.
Ni siquiera la celebración por el reciente nacimiento del Niño Jesús pudo contener los impulsos de quien, o quienes, violentaron por lo menos dos de los Diez Mandamientos: “no matarás” y “no cometerás actos impuros”. Lo que más despertó el enojo del pueblo fue que existe la posibilidad de que el sacristán -persona que asiste al sacerdote en las labores de cuidado y limpieza de la iglesia- haya sido el responsable de tal atrocidad. Por ello, se habla de un sacrilegio, un acto o discurso que representa una falta de respeto por aquellos objetos, personas o símbolos que otros consideran sagrados.
Cabe destacar que la gente protestó afuera de la iglesia al grito de: “¡justicia!, ¡justicia!”. Y es que la Diócesis de Tabasco condenó los hechos, pero pidió a los pobladores confiar en las investigaciones que realicen las autoridades correspondientes, pues a estas alturas ¿quién confía en las instancias de procuración e impartición de justicia?.
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