Pues Rafael Moreno Valle no es cualquier senador. Ha sabido moverse en la Cámara Alta, se la jugó con Marko Cortés para que éste fuera el dirigente del PAN a nivel nacional, y sostuvo el “triunfo” de su esposa Martha Érika Alonso en el gobierno de Puebla. Al presidente Andrés Manuel López Obrador no le quedó de otra que respetar el fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. A muchos les queda claro que el presidente podía meter las manos en el asunto. Lo ha hecho por sus amigos, como es el caso de Manuel Velasco a quien le permitió ser senador, luego gobernador y ahora otra vez senador.
Al mismo Manuel Velasco la bancada de Morena en el Senado detuvo un exhorto en las comisiones para que Velasco aclarara algunas irregularidades que dejó pendientes en el estado de Chiapas. Pero meterse con Rafael Moreno Valle no es poca cosa; y meter las manos por Miguel Barbosa, quien fue líder del PRD en el Senado de la República y que tardíamente y por conveniencia se pasó a Morena para buscar el gobierno de Puebla, tampoco le era tan redituable.
Otra cosa hubiera sido si el caso se presentara en Veracruz. Si la circunstancia de Puebla se hubiera dado en Veracruz, López Obrador hubiera metido hasta los codos por su pupilo Cuitláhuac García. Pero el caso es que Moreno Valle supo jugar sus canicas; nunca se peleó con el candidato López Obrador, antes bien se ocupó de fortalecer su presencia en el PAN. ¡Esa fue la gran diferencia!
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