Ser maestra o maestro no es una ocupación sencilla, requiere de gran compromiso, dedicación, esfuerzo, responsabilidad y paciencia para educar, formar y orientar. Los profesores guían, inquietan, despiertan curiosidad y hasta pasión sobre alguna rama del saber o de la actividad humana; son los que forman a los jóvenes como futuros ciudadanos. Ellos comunican sus conocimientos, sus opiniones y muchas veces dan ejemplo de conducta y se convierten en maestros de vida.
Sin embargo, en muchas ocasiones no cuentan con el apoyo de los padres de familia cuando se les requiere para tratar algún asunto sobre el rendimiento escolar de sus hijos. A las juntas casi siempre van los padres de los niños que son aplicados en sus estudios. Es notoria la ausencia de los padres de los niños con bajo rendimiento o con problemas de conducta, casi siempre por asuntos de trabajo. No obstante, en ocasiones estos alumnos forman parte de familias disfuncionales o son miembros de familias con severos problemas emocionales o económicos.
Según datos del DIF, de 10 familias en México, cuatro de ellas son disfuncionales, esto ocasiona que el rendimiento del alumno sea deficiente, ya que los problemas y el ambiente familiar impiden que este despegue en su desarrollo académico y emocional. Así que permítanos darles una sugerencia, la próxima vez que usted discuta con su pareja, no lo haga delante de sus hijos, esa pudiera ser la diferencia para que éste sea un niño feliz en su escuela.
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