Si usted hace un poco de memoria, especialmente cuando Emilio Chuayffet estaba en la parte más alta de la rueda de la fortuna que hace girar el poder, podrá recordar las bravatas del funcionario contra los maestros. Con chicote en mano conminaba al Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) para calendarizar de manera inmediata las evaluaciones de los docentes. Poco después de su salida, su antecesor, Aurelio Nuño Mayer, intimidaba a los maestros con tanquetas y helicópteros para obligarlos a evaluarse, por la buena o por la mala.
En ese tiempo, los miembros de la junta de gobierno del INEE se erigían como los dueños absolutos del sistema educativo mexicano; su presidenta, Sylvia Irene Schmelkes hablaba con sobrada autoridad, nadie podía poner en tela de juicio su postura a favor de la Reforma Educativa. Desde luego que Gilberto Guevara Niebla no se quedaba atrás, destacando también las bondades de la Reforma de Enrique Peña Nieto.
Hoy, el INEE pasa por el camino de la incertidumbre; no sabe con certeza su futuro ni su permanencia. Hoy los consentidos del sistema que ya se va, están tomando una sopa de su propio chocolate. No cabe duda que es cierta la sentencia; los carniceros de hoy serán las reses de mañana.
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