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AMLO insiste en su lema de «abrazos, no balazos»; mientras, el pueblo tiene hambre y sed de justicia

«Miren, a mí como opositor hasta me rompieron la cabeza, y los que llevaron a cabo eso me ofendieron en muchas ocasiones. Bueno, nos robaron la presidencia. A todos esos los perdono. Yo no estoy pensando en lo que hicieron hacia atrás», afirmó Andrés López Obrador. Pues no hay vuelta de hoja, el presidente electo sigue insistiendo en un proceso de reconciliación por el bien del país y por el futuro de las próximas generaciones.

Esta declaración salió a la luz cuando sus seguidores coreaban «fuera Alito», refiriéndose al gobernador de Campeche, Alejandro Moreno Cárdenas, quien en el pasado ha animado a los priistas a no tener “consideraciones” con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Sin embargo, esa capacidad de altruismo, de perdón no es compartida por la mayoría de los 30 millones de personas que votaron por él. Hay muchos mexicanos que se sienten agraviados por la corrupción e impunidad con la que se condujeron muchos funcionarios.

Muchos políticos merecen ser pasados por la balanza de la justicia. Es cierto que se debe ser tolerante, pero tampoco se debe rayar en la complicidad si existen pruebas contundentes de corrupción. AMLO debe ser congruente y entender que él puede ser tolerante a título personal, pero no puede exigir un borrón y cuenta nueva cuando el chipote y el golpe aún no se curan y duele mucho.

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