El mexicano, animal de costumbres, se ha valido de muchos coloquialismos para acentuar su cortesía. A una joven le dice linda, cariño, chamaca, bonita; si es un hombre mayor le dice hija o hasta corazoncito. Pero eso no necesariamente implica que se esté intentando acosar a la joven; una cosa es la acción y otra la actitud. Pues al parecer, todos estos coloquialismos están en peligro de desaparecer, pues a las mujeres, en sus afanes feministas, les ha dado por cuestionar cada gesto de afecto y cortesía.
Decirle a una joven bonita en los tiempos del feminismo puede dar pie a que la joven se inquiete y piense que uno quiere ir más allá del saludo. Andrés Manuel López Obrador hizo mal en hacer a un lado el cuestionamiento sobre la licencia de Manuel Velasco. Eso es lo criticable, que él, como líder del partido Morena, haya evadido un cuestionamiento importante sobre el actuar de los diputados de ese partido.
Suponemos que por nervios o en ese afán de evadir el cuestionamiento fue que llamó a las reporteras “corazoncitos”. ¡Huy, qué hizo! De inmediato las reporteras se sintieron objeto sexual, se sintieron cosificadas, se sintieron despojadas de personalidad. Entonces se olvidaron de lo sustantivo y pasaron a la futilidad.
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