Un loco en sentido contrario en el periférico

Andrés Manuel López Obrador FOTO: WEB
- en Opinión

Jorge Flores Martínez / Son casi sesenta días de la victoria de Andrés Manuel López Obrador del 1 de julio y ya tenemos signos de las primeras transformaciones en nuestro país. Posiblemente aun no son las esperadas, pero son sin duda importantes y marcan la tendencia de lo que veremos en los próximos años.

En primer lugar, contra cualquier pronóstico, tenemos los primeros ambientalistas pro energías fósiles en el mundo. Defienden la construcción de una refinería en Tabasco, parece que es posible que la Cuarta Transformación nos traerá refinerías que no produzcan un grave impacto ambiental con sus gases de efecto invernadero y su contaminación en aire, suelo y agua.

Podemos también sentirnos orgullosos de esos mismos ambientalistas, que sin conocer nada del proyecto del Tren Maya y los daños que pueda causar en dos Reservas de la Biosfera declaradas patrimonio de humanidad por la UNESCO, la de Sian Ka’an y Calakmul, avalan sin exigir los documentos técnicos más elementales antes de emitir una postura.

Luego tenemos a reconocidos especialistas en derecho y luchadores de la libertad y la democracia que están de acuerdo en la necesidad de una Constitución Moral dictada desde el Estado. Argumentan, en un ballet retórico, que somos una sociedad inmoral y requerimos urgentemente que el Estado, con sus tablas sagradas, imponga la moral en toda una sociedad violenta y degenerada. Olvidan que el problema no es de moral, es de aplicación de la Ley.

No podemos pasar por alto a los que gritaron durante décadas el fraude de 1988 y el engaño de la “caída del sistema” y ahora les parece que es correcto y una inteligente estrategia política el nombramiento de Manuel Bartlett en la CFE.

Todos los que exigieron que el ejército asesino debe estar en los cuarteles y no en las calles y ahora, por milagro de la Cuarta Transformación, exigen que el ejército del pueblo debe defender y cuidar al pueblo bueno.

Todos mis queridos amigos que ya no saben si el problema del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México es su costo, ubicación, corrupción, hundimiento o impacto ambiental, o si el aeropuerto de Santa Lucia es compatible con el actual si se reduce el tráfico aéreo al que había hace 20 años. Ahora están en la total confusión de la lucha que deben enfrentar contra la mafia del poder, de lo único que están convencidos es de lo que les diga López Obrador, sin saber que él mismo se encuentra en un callejón político sin salida.

Hablan de legalizar las drogas, desde la mariguana hasta la heroína, y desconocen que cualquier política de drogas en México pasa por Washington irremediablemente. Pero aplauden a la futura Secretaria de Gobernación por impulsar políticas como la muerte asistida, aborto y legalización de las  drogas, cuando esa agenda no es de gobernabilidad, en todo caso son temas de Salud Pública.

Por eso me siento como el que estaba manejando y en el radio escucha que un loco se escapo del manicomio y circulaba en sentido contrario en el periférico, y dice: ¿Uno? ¡Un chingo!

Soy ese loco en sentido contrario, pero para mi, todos los demás, aunque estén en la corrección política, están más locos que yo. Ambientalistas de partido, intelectuales dóciles, demócratas pro partido único, liberales moralistas y luchadores sociales revanchistas.

Cuando se den cuenta que un valor indispensable para transformar al país es la congruencia, puede ser ya demasiado tarde.

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