Cada quien tiene su manera de ver el tema de la deuda con los empresarios veracruzanos. Los que van a pagar exigen que se demuestre que la deuda es legítima, que no es una deuda contraída al estilo Javier Duarte, de esas que quieren cobrar lapiceros Bic como si fueran plumas Schaefer chapadas en oro. Los empresarios por su parte quieren que les paguen, sin importar si la deuda es legítima o no; ellos tienen sus facturas, sus promesas de pago y si el gobierno anterior contrajo la deuda, institucionalmente la deuda se traslada al siguiente periodo.
Andrés Manuel López Obrador tendrá que pagar deuda que contrajo Peña Nieto, es parte de la transición, del deber democrático de un país. Lo mismo le pasó a Yunes Linares en Veracruz, lo mismo le pasará a Cuitláhuac. No hay misterio en el caso. El problema es que muchos empresarios ilegítimos porfían, y buscan sacar raja de esta incertidumbre política y financiera.
Esos empresarios creen que entre más ruido hagan, el siguiente gobierno les extenderá un cheque que cubra todos los “adeudos”. Esperemos que no sea así. Por ejemplo, el caso de algunos empresarios periodísticos es alarmante; quieren que se les pague una deuda que además de ilegítima, es inmoral.
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