En estos momentos en México no hay liderazgo que compita contra el de Andrés Manuel López Obrador. La clase política mexicana se encuentra en shock. Aún no conciben la forma en que llegó el tabasqueño al poder. La pirinola del juego giró a favor de Morena con un toma todo, desde gubernaturas, congresos locales, el Congreso Federal y la codiciada Cámara de Senadores. No hay quien compita con ese poder arrollador casi omnímodo de un líder que enfrentó toda la fuerza del estado durante 18 años.
No por algo los empresarios que le jugaron las contras inmediatamente buscaron la reconciliación con un video señalando las virtudes del nuevo presidente. Los expresidentes que le llamaron Lopitos, loco, y otros calificativos ofensivos, hoy esperan que el nuevo Tlatoani les conteste el teléfono.
Otros que se encuentran en la tablita y que durante muchas décadas fueron rémoras del PRI, son los líderes de los sindicatos corporativos del SNTE, de Pemex y otros más. Es seguro que AMLO, después del primero de diciembre y, después de que porte la banda presidencial y sienta correr por sus venas el poder político que ésta representa, tenga que poner las cosas en su lugar en los sindicatos.
Y es que éstos han sido una cuna de líderes corruptos. Por cierto, algunos de ellos ya hablaron por teléfono con el presidente electo y, desgraciadamente para ellos, comenzaron a sentir el frío de la indiferencia. Negro futuro para el sindicalismo charro.
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